Capítulo XXXVIII

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   Desperté con resaca en una habitación desconocida. A mi lado, dormido, estaba el hombre con quién había tenido una noche de sexo casual.

   Me puse en pie con cuidado de no despertarlo y comencé a buscar mis prendas en el suelo. Miré los preservativos usados en el suelo.

   Aunque el sexo había sido bueno, yo no había podido evitar pensar en John.

   —Mmh... —El hombre musitó, revolviéndose entre las sábanas.

   Salí de la habitación a medio vestir, crucé la sala y cuando me acerqué a la puerta de salida del apartamento, escuché pasos detrás de mí.

   —Oye..., no tienes que irte tan temprano...

   Me giré para verlo, y por un segundo juré haber visto la cara de John.

   Estaba en ropa interior, tenía el cabello despeinado y sus ojos estaban hinchados.

   —Prepararé desayuno para los dos.

   —No es necesario, no importa —me apresuré a decirle.

   —Pero quiero que te quedes... —fue sutil, mientras caminaba hacia mí—. Estuviste genial anoche.

   —Mmh, gracias. Pero no planeo quedarme.

   —Vamos... —insistió, sentándose en el borde del sofá—. Ni siquiera me has dicho tu nombre.

   —No es importante.

   —Si no quisiera volver a verte, te daría la razón... Pero me gustaría conocerte mejor.

   Coloqué mi mano en la perilla de la puerta y giré.

   —No estoy interesado.

   —Okey, okey —él asintió, soltando un suspiro de resignación y poniéndose de pie—. Te daré mi número. Si quieres, llámame.

   Buscó en el estante de la sala un bolígrafo y una hoja de papel pequeña, en la que escribió par de cosas antes de extendérmela.

   —Deberíamos vernos más seguido.

   —No soy tu sexoservidor.

   —Lo sé. Y no pretendo que lo seas. Sólo me gustaría conocerte.

   —Bien.

   Me sentí aliviado cuando logré salir del departamento. Avancé por el corredor hasta bajar las escaleras y poder llegar a la planta baja.

   Cuando estuve afuera me percaté que comenzaba a lloviznar. Moví mis piernas rápidamente hacia la parada de bus para evitar mojarme.

   Saqué de mi bolsillo el trozo de papel que aquel sujeto me había dado, y sin más, la arrugué y tiré a la basura.

   No tenía ninguna intención de involucrarme sentimentalmente con nadie.

***

   Volví a sentirme triste. Y fue cuando entendí el consejo de Richard sobre salir todos los días. Si estaba afuera, las probabilidades de que pudiera sacarme a John de la mente eran altas.

   Me encontraba sumergido en la bañera, recordando momentos y extrañando las caricias de John.

   Pero encerrado en la casa, en la misma casa donde había compartido la mayor parte de mi tiempo con él, no hacía nada más que pensar en todo lo que había pasado y en generar hipótesis de lo que le sucedió.

   —Estoy casi seguro que fue hacer otro trabajo... Pero, ¿y entonces por qué no me ha llamado? Él llamaba a Mimi, así que no es algo que pueda tener prohibido.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora