Capítulo XXI

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   Nos mantuvimos mirando a los ojos durante breves instantes. Quise besarlo, pero me contuve. Aunque quizá mis ojos delataron mis intenciones.

   —Paul, no puedo corresponderte en serio...

   Cuando dijo aquello, se inclinó hacia mí y me abrazó, pasando sus manos por mi cintura desnuda y besándome la mejilla.

   —Tu cena de año nuevo quedó arruinada. ¿Quieres que te traiga algo de comer?

   Se separó de mí y se sonrió, al tiempo que apartaba un par de mechones de mi frente. Apretó la punta de mi nariz.

   —No estés triste. Te prometo que todo esto con Stephen va a terminar pronto.

   En ese momento la realidad me sacudió y me sentí desesperado. Me apresuré a abrazar a John, apegando mi rostro a su pectoral y sintiéndome de nuevo refugiado en sus brazos.

   —Quiero estar contigo siempre. Quiero quedarme a tu lado para siempre. Me da miedo estar sin ti... No quiero que estés con nadie más sino conmigo.

   Sabía que estaba gastando saliva en vano porque quizá John no iba a escoger quedarse conmigo, pero me hacía sentir un poco bien liberar todo lo que sentía por él.

   John suspiró, pasando su mano por mi espalda. Besó mi frente.

   —¿Ahora ves por qué te decía que tenías que aprender a ser feliz y sin depender de mí?

   —Yo pensé que lo decías porque ibas a morirte.

   Carcajeó.

   —Eso aún no lo sé...

   Me separé de él y volví a mirarlo. No podía entender cómo me había enamorado de la manera más tonta posible. Y como John, proponiéndoselo, había conseguido su objetivo.

   Era malvado, aunque había tenido razones sinceras para hacerlo. Pero aún así, él no podía dejar de gustarme y de atraerme de esa manera tan intensa.

   Solía ser cruel con sus palabras, pero al mismo tiempo, a veces, era tan delicado, cariñoso y sutil... Sin duda no todo había sido una farsa. Él estaba completamente impregnado de esa parte suya que me hizo enamorarme con locura.

   Y a esa me aferraba.

   —Oye... —John habló, sacándome nuevamente de mis pensamientos—, ¿entonces vas a querer que te traiga la cena?

   —No tengo hambre.

   —¿Seguro?

   Asentí. John besó mi frente.

   —Te quiero.

   Saboreé mis labios, nuevamente mirándolo a los ojos. Permanecía sentado sobre la cama, muy cerca suyo.

   —¿Por qué no vivimos un romance fugaz mientras tanto?

   John adoptó un semblante sorpresivo. Sin duda, no se esperaba aquella propuesta.

   —¿Cómo?

   —Si no me hubieras dicho la verdad, ahora yo estaría en una burbuja de amor creyendo que tú me amas en serio... ¿Y si... sólo... seguimos mientras que termina todo esto? No importa si me lastimas, sólo... sólo quiero seguir teniéndote.

   Tenía la pequeña esperanza de que John iba a escoger quedarse conmigo al final de todo.

   John permaneció en silencio unos instantes.

   —¿Por qué quieres algo así?

   —Porque si no vas a escogerme a mí, por lo menos quiero disfrutar de ti el tiempo que nos queda juntos.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora