Capítulo XLIX

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   Enrollé mis piernas en la cintura de John mientras que él, de manera profunda, empujaba su cadera hacia mí.

   Hundí mi rostro en su cuello, sintiendo su humedad dentro de mí y frotando con su abdomen mi entrepierna, causándome una sensación de cosquilleo.

   —Mmh —John gruñó, estirando su espalda y sujetándome los muslos para subirlos encima de sus brazos—. Mierda...

   Estaba sudado, ajetreado. Y cuando me miró a los ojos, dispuesto a seguir marcando el ritmo de sus estocadas, sentí como un calor intenso en mejillas.

   Era bueno. Quizá demasiado. Incluso mejor que la última vez que habíamos estado juntos.

   No sabía si era porque había pasado tanto tiempo y lo sentía exquisito o si era porque William lo había entrenado.

   De cualquier forma, lo estaba disfrutando. Y a juzgar por su semblante, John también.

   —¿No quieres ir arriba? —preguntó en medio de un quejido, separándose de mí.

   Antes que pudiera contestar, John se inclinó hacia mí y me besó los labios con dulzura. Chocó su lengua contra la mía, la chupó y se separó, dejándome un jadeo entrecortado en los la boca.

   Recostó su cuerpo en la cama y, acariciándome la cintura, me ayudó a subirme encima suyo. Volvimos a besarnos antes de que yo sujetara su pene y lo llevara a mi entrada nuevamente.

   Relajé mis piernas y caderas, sintiéndolo dentro de mí una vez más. Las manos de John se encargaron de envolver mi cintura para ayudarme a dar saltos encima suyo.

   —Mmh —John arrugó su entrecejo, mirando mi cuerpo con deseo. Logró incorporarse un poco para besarme el pectoral, bajando hacia mis pezones y ensalivándolos—. Ah, Paul...

   Aumenté el ritmo de los movimientos, apretando mis ojos y disfrutando. John parecía contento. Tocaba mi trasero con fuerza, azotándolo hasta hacer arder mi piel.

   Finalmente logré correrme. Manché el abdomen de John, y seguí moviéndome hasta hacerlo venir. Echó su cuello hacia atrás, soltando un jadeo ronco y apretando mi cintura.

   Me dejé caer a un lado de la cama, y John vino encima de mí a llenarme la mejilla y el cuello de besos.

   —Me gustas tanto, Dios mío...

***

  Sentí un toque en mi nariz que me hizo despertar. Cuando abrí mis ojos lentamente, al primero que vi fue a John, inclinado hacia mí y dándome un beso en la frente.

   —Buenos días.

   Bostecé. John colocó una bandeja en la mesita de noche.

   —Hice desayuno para los dos.

   —¿Estás esforzándote? —emití una risita, cubriendo mis piernas con las sábanas.

   —Lo haría todos los días para ti. Pero, sí, me estoy esforzando porque quiero que entiendas que todo lo que siento por ti es real.

   Tomó un poco de huevos revueltos con el tenedor y lo llevó a mi boca. La abrí para recibir.

   —Mmh...

   —¡Prueba esto!

   Acercó a mí un vaso de vidrio con una pajilla. Contenía un líquido espeso y amarillento, cuyo sabor descubrí al dar el primer sorbo.

   —Es batido de banana con un ingrediente especial. —Sonrió—. Te apuesto todo a que no adivinas.

   —Galletas de vainilla.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora