Capítulo XXII

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   Cuando abrí mis ojos y vi a John dormido a mi lado, envuelto en las sábanas y acurrucado para mantenerse en calor, el corazón casi me estalló de la felicidad.

   Deseé en ese momento tener todas las mañanas del resto de mi vida con él.

   Apoyé cuidadosamente mi cabeza en su pectoral y pasando mi brazo por su torso, lo abracé delicadamente para evitar despertarlo y me acomodé a su lado.

   Sentí su mano subir por mi espalda hasta tocar mi cabello. Cuando lo miré, noté que estaba comenzando a despertarse.

   —Agh... —abrió los ojos con pesadez. Bostezó—. Buenos días...

   Me levanté, acercando mis labios a su mejilla para besarlo. Luego los conduje hasta su boca, donde me atreví a besarlo por primera vez luego de todo.

   John correspondió sutilmente, pasando su mano por mi brazo para acariciarlo. Cuando nos separamos, sentí un alboroto en el estómago y el corazón acelerado.

   —Te preparo el desayuno —le dije, poniéndome de pie de un salto—. ¿Qué quieres comer?

   —Mmh... No te preocupes, no tienes que hacerlo.

   —Pero yo quiero hacerlo.

   Le di otro beso en los labios y me levanté de la cama, estirando mi cuerpo de inmediato y bostezando.

   —¿No vamos a entrenar hoy?

   —Sí —John se levantó rápidamente—. ¡Agh, casi lo olvido! Tengo unas pesas acá que pueden servirnos perfectamente.

   —No tengo ropa deportiva...

   John caminó hasta el armario y abrió un cajón, donde sacó una camiseta y un short deportivo.

   —Puedes usar esto. ¿No te importa?

   Negué con la cabeza mientras sostenía la ropa entre mis manos. La acerqué a mi nariz y la olí, percibiendo el aroma a jabón mezclado con su olor corporal.

   —¿¡Huele mal!? —John exclamó, poniéndose un poco rojo—. ¡Debe ser la humedad porque está lavada, lo juro!

   —No... —negué con la cabeza, riéndome, sin querer dejar de oler sus prendas—. Huele a ti.

   —¿Y eso es bueno o malo?

   Volví a reírme.

   —Bueno. Huele rico.

   —Ah.

   Me di la vuelta y me encaminé hacia la salida de la habitación. Cuando estuve en el pequeño corredor, me dirigí al baño y comencé a cepillar mis dientes y luego a lavarme la cara.

   John me había obsequiado un cepillo nuevo, el cual había colocado justo al lado del suyo. Se veía tan bonito que me resultó imposible no sentirme contento.

   En el momento en que estaba lavando mi cara, John entró a cepillarse también. Comencé quitándome el pantalón de pijama para ponerme el short.

   —Supongo que debe ser un enorme contraste para ti, ¿o no? —preguntó John cuando terminó de enjuagarse la boca. Colocó el cepillo en su lugar y fue a secarse la cara.

   —¿A qué te refieres? —pregunté, quitándome el suéter que me había mantenido cálido toda la noche.

   —A la casa, las cosas... ¿Te acostumbraste al lujo?

   —Sí, pero si no lo tengo no me molesta. Prefiero tenerte a ti por encima de cualquier otra cosa.

   John paseó su mirada por mi torso desnudo, al tiempo que se mordía los labios y estiraba su mano hasta mi espalda para acariciarme.

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora