Capítulo XXVII

794 98 318
                                    

   Sentí caricias en mi espalda mientras unos labios se posaban en mi nuca, guiándose hacia mi mejilla y haciéndome sonreír aún soñoliento.

   —Buenos días...

   Me revolví entre las sábanas, y cuando decidí abrir mis ojos, mi vista borrosa enfocó a John.

   Estaba despeinado y acostado a mi lado.

   Mi corazón dio un salto de felicidad. Inmediatamente lo abracé, llenando de besos su mejilla y acariciando su cabello.

   —Despertar a tu lado se siente tan bien... —le hice saber, apretándolo aún más y haciendo que carcajeara—. Quiero que a partir de ahora todas mis mañanas sean así.

   John rió mientras hundía su cabeza en mi pecho. Luego, sin más, me dio un besito corto en los labios que seguramente me haría sonreír todo el día.

   —¿Desayunamos juntos afuera? —preguntó, bajando sus labios hasta mi cuello y besándome las clavículas—. Quiero sacarte de aquí. Hace un día lindo afuera y no es justo que estés encerrado... ¿Quieres?

   Volvió a levantar su rostro hasta hacer que nuestras miradas se encontraran. Yo lo abracé fuerte y estampé varios besos en su mejilla.

   —Sí, sí quiero. —Luego me separé, mirándolo con desconfianza—. ¿Es por tu trabajo?

   John me miró con un toque de tristeza mientras dibujaba una mueca de disgusto en sus labios.

   —No... No, claro que no... —Me contestó, al tiempo que me abrazaba—. Es porque quiero estar contigo. Mis asuntos del trabajo ya te los enseñé, y lo seguiré haciendo.

   Se separó de mí, besó mi frente y se dispuso a levantarse de la cama, dejándome a mí con el corazón latiendo fuerte y sonriendo como un bobo.

   Probablemente mentía.

   Pero, ¿qué más daba? No podía cambiarlo.

   Aún así me conformaba con eso. No importa por cuáles razones, él estaba conmigo y eso me bastaba.

   Mientras que John iba al baño, yo me levanté y corrí las cortinas para dejar que la luz del sol iluminara la recámara.

   John tenía razón: el día estaba hermosísimo. Sabía que no era por el sol, ni el cielo despejado ni esa brisa friolenta que tanto me gustaba.

   Hacía un día lindo porque John estaba conmigo.

***

   Me estaba resultando difícil escoger qué desayunar. Todo en la cafetería se veía tan rico que deseaba comer de todo, pero sabía bien que no podía permitirme subir de peso.

   —¿Ya decidiste? Yo quiero un sandwich de pollo. Supongo que tú vas a escoger algo dulce, ¿no? —me preguntó sonriendo, guardando sus manos en el bolsillo.

   —Mmmh, creo que sí...

   Comencé a pensar en cuántas calorias podía tener un trozo de pastel con fresas y crema. Se me hizo agua la boca. Tenía tanto tiempo sin comer algo rico, que sin duda me resultaba difícil abstenerme.

   Pero si pensaba en comer el pedazo de pastel, los azúcares sumarían más calorías.

   En cambio si escogía algún sandwich podía ser más ligero.

   —Mmh... Creo que mejor un sándwich.

   John carcajeo, levantando sus cejas.

   —¿En serio?

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora