Capítulo XIX

854 114 770
                                    

   —Sí, me gusta. Y sí, quiero el divorcio para poder ser libre e irme con John.

   Solté aquello sabiendo que iba a desencadenar consecuencias. Aún así no quería negar absolutamente nada porque necesitaba ser claro con él desde un principio.

   Si a él no le había importado mis sentimientos cuando me había dicho sobre Stuart, ¿por qué debía ser yo considerado con él y ocultar lo que sentía por John?

   De pronto, luego de mirarme durante unos breves segundos, Stephen soltó una carcajada. Y justo delante de mí comenzó a reírse, haciéndome entender aún más que yo no le importaba en lo absoluto.

   —¡Qué horror! Honestamente, me da igual. Pero digamos que me resulta cómico...

   —¿Por qué?

   Se encogió de hombros, poniéndose en pie y caminando hacia mí.

   —Es que eres de los que cree que el poder del amor todo lo puede. Oh, Paulie, vas hacerme llorar...

   Permanecí en silencio, serio y mirándolo. Tenía miedo de que volviera a lastimarme, aún cuando apenas me estaba recuperando de la última vez.

   Ya no quería tenerle más miedo.

   —No voy a divorciarme de ti. Puedes seguir queriendo a John. Puedes, incluso si quieres, darle el culo mil noches... Aunque imagino que se lo diste ya. No me importa. No me importas, Paul. Te lo he dicho mil veces. Pero tú vas a permanecer a mí lado y casado conmigo sí o sí.

   Tomó los bocetos y lo rompió a la mitad.

   —Y dedícate a otra cosa mejor. Se te da fatal el tema del arte. Me costó mucho averiguar a quién carajos estabas tratando de dibujar.

   Tiró los trozos a la papelera y, aflojándose la corbata, se dirigió al baño. Bostezó.

   —¡Agh, qué cansado estoy! Me daré una ducha y bajaré a cenar...

   Antes de cruzar la puerta, me miró.

   —Quita esa cara. No voy a despedir a tu amorcito. Hace su trabajo bien. Es bueno limpiándome el trasero...

***

   Saqué el tazón de leche del microondas y le añadí una buena cantidad de cereal, banana troceada, unos frutos secos y un toque de miel para endulzar.

   Contento con mi desayuno, me dirigí a la mesa y comencé a comerlo.

   —Ya Stephen me contó. Dijo que encontró unos dibujos hechos por ti de John y que tú quieres divorciarte de él para irte con él.

   El pequeño momento de paz de vio interrumpido por la voz de Stuart. Ni siquiera me giré. Y como no tenía intenciones de responderle, seguí comiendo cereal.

   —Con razón se ven raros... Digo, se nota que hay algo más que una relación de amo-sirviente.

   Mastiqué y llevé otra cucharada a mi boca. Stuart tuvo que posicionarse frente a mí, y aún así ni siquiera mr atreví a mirarlo.

   La leche espumosa con las hojuelas de maíz remojadas era mucho más interesante que su cara.

   —Hey... —Tronó mis dedos en la cara—. No tienes por qué ser odioso conmigo.

   Me digné a mirarlo.

   —Stephen podía ser conductor del programa de mi vida, porque veo que te pone al corriente de todo.

   Stuart se echó a reír a carcajadas, al tiempo que subía la cremallera de su suéter.

   —En realidad no me cuenta muchas cosas tuyas..., por eso trato de...

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora