Capítulo XXX

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   Me pregunté si acaso era buena idea forzarme tanto.

   Lo deseaba, y sabía que él a mí también. Y aunque mi mente no estaba lista, me dije a mí mismo que haría lo posible por hacerlo.

   —¿Nos vamos ya?

   John me sorprendió entrando en la habitación. Me giré para verlo mientras cerraba la cremallera de la mochila.

   —Sí, ya estoy listo.

   —¿Estás seguro que quieres ir? —me preguntó—. Siento que es una buena idea que salgas de este ambiente, pero si no estás listo..., créeme que puedo cancelar la reservación y quedarnos.

   —No, no, no... —negué con la cabeza, carcajeando—. Sí quiero ir. Se me hace divertido.

   —¿Seguro? —pasó su mano por mi cabello, peinándolo con ternura—. Quiero que te sientas bien, ¿sí?

   Asentí. John se inclinó hacia mí y me besó los labios, al tiempo que sus manos envolvían mi cintura y me acercaba a su cuerpo.

   El beso se alargó, y mi corazón estaba más inquieto que nunca. Me aferré a su cuello, correspondiéndole con intensidad y disfrutando del ritmo intenso de nuestras lenguas.

   Nos separamos. Volvió a darme otros besos más, y luego se apresuró a sujetar la mochila para colgársela en el hombro.

   —¿Es todo lo que falta?

   —Sí. Las demás cosas están en el auto, ¿no? ¿Llevaste las mantas y las sábanas?

   Asintió.

   —Ya está todo dentro. —Me contestó—. sólo faltamos nosotros.

   Eché un último vistazo a la recámara antes de salir, preguntándome si había algo que olvidaba. Definitivamente no. Así que, seguro de ello, me encaminé con John por el corredor y bajamos las escaleras.

   Por primera vez luego de tanto tiempo me sentía alegre y entusiasmado. John me había propuesto salir unos días de casa y alquilar una cabaña en medio del bosque. Y yo, contento por la idea, no lo pensé dos veces.

   El viaje prometía ser largo, pero John y yo habíamos acordado hacer varias paradas para descansar.

   —Por favor, llámenme si pasa algo —Stuart cerró la puerta de copiloto una vez estuvimos dentro—. Paul, come.

   —Sí, está bien.

   —Come mucho. Comer es rico.

   Me eché a reír.

   —Sí.

   —Y John, no te comportes como un imbécil.

   Él carcajeó, posando sus manos sobre el volante y manteniendo su sonrisa.

   —Cualquier cosa les estaré avisando.

   Stuart metió su mano por la ventana, tocó mi cabello y lo sacudió con ternura.

   —Cuídense y pásenla bien. Piensen las cosas, por favor, mediten y manténganse en contacto con la naturale... ¡John, no subas el vidrio mientras hablo! ¡Eres un grosero!

   Me eché a reír cuando Stuart nos sacó el dedo medio en un gesto grosero mientras John hacía avanzar el auto.

   —Demasiado discursos tontos —bromeó John, mirándome.

   Solté una risita. Sentí mi teléfono sonar, así que lo saqué del bolsillo de mi pantalón para darme cuenta que era un mensaje de mamá.

   "Eres un mal agradecido, Paul, cómo es posible que Stephen esté en el hospital y ni siquiera hayas tenido la amabilidad de ir a verlo diariamente y estar con él en sus momentos difíciles? Y aparte de eso que ahora en su peor momento quieras divorciarte. Definitivamente eres lo peor. Dices que te golpeaba, pero ya veo por qué. Bien que te lo merecías."

Stolen Kisses ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora