Stolen Kisses ➳ McLennon

Capítulo XXXIX

   Él estaba impregnado del mismo perfume que usaba John. Y cerrar los ojos e imaginarme que estaba con él, hizo que pudiera llegar al orgasmo.

   De lo contrario, no lo hubiera logrado. El tipo era relativamente malo, se movía tosco y me dolía. Besaba mi cuello dando chupones y eso me ponía incómodo.

   —Agh, mierda...

   Se dejó caer a un lado de la cama luego de haberse quitado el condón.

   —¿Cuándo lo repetimos?

   Me levanté de la cama del hotel y comencé a buscar mi ropa. Estaba un poco mareado debido a un par de vasos de whisky que me había tomado antes, pero era algo que podía controlar.

   —¿Ya te vas?

   No contesté. Comencé a vestirme lo más rápido posible.

   —Hey, pero...

   Cerré la puerta de la habitación detrás de mí, soltando un suspiro pesado. No podía negar que me hacía sentir sucio tener parejas sexuales ocasionales, pero mis ganas de sentir a alguien se había intensificado desde la ausencia de John y aquello me había obligado a buscar su calor en brazos ajenos.

   Salí del hotel bajo lluvia y detuve un taxi al que, luego de haberle dado la dirección de mi casa y pagar, me subí a los asientos traseros.

   Eran las dos de la madrugada. Hacía frío. Tuve que subir la cremallera de mi chaqueta e intentar entrar en calor frotando mis manos.

   De pronto, cuando apoyé mi cabeza en el cristal de la ventana y veía las calles de vacías y oscuras de Liverpool, lo vi.

   Tenía que ser John. La misma nariz, el mismo cabello y la misma estatura. Iba con abrigo, caminando por la acera.

   —¡Señor, señor! —le exclamé al conductor—. ¡Deténgase un momento, por favor!

   En cuanto el taxi se detuvo, abrí la puerta y me bajé. Aceleré mis piernas hasta intentar alcanzarlo.

   —¡John! ¡John!

   Se giró justo antes de que yo pudiera tocar su espalda. Y me llevé tremenda decepción al darme cuenta que, aunque se parecía un poco, no era John.

   —Creo que estás confundido.

   —Lo siento...

   Él se sonrió un poco —y definitivamente no era la sonrisa de John— y asintió, restándole importancia al asunto. Volvió a darme la espalda y avanzar.

   Volví al auto desconcertado y decepcionado, preguntándome cómo había sido tan tonto para creer que John iba aparecer en mi vida tan inesperadamente como había desaparecido.

***

   Envolví mi cuerpo en el albornoz luego de haberme dado una ducha de agua fresca después de haber dormido casi todo el día gracias a la resaca.

   Enrollé mi cabellera en la toalla para evitar que goteara, y fue cuando me di cuenta que a las pocas sesiones con Richard ya sentía un liger cambio.

   Por lo menos me aseaba más seguido. Antes, podía pasar incluso una semana sin siquiera desear. levantarme de la cama.

   Supongo que si escribo tal y como me dijo, puedo sentirme un poco mejor, pensé.

   Busqué unas hojas y un bolígrafo. Tomé aire antes de intentar escribir, mientras pensaba en cómo exactamente empezar.

   Ojalá esta terapia pueda ayudarme, pensé.