Capítulo 33

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-¿Y bien?- pregunta -no me digas que está vacío. Di algo.

Lo ojos de Arista se humedecen -la recuerdo ahora. -dice contemplando la imagen de una hermosa mujer. -Somos ella y yo. Tiene mis cabellos.... No mis ojos, pero... la expresión, sus rasgos. Se parece tanto ahora...- una calidez en su pecho. -aunque tiene un color de ojos extraños -se ríe -este color no puede ser ni real.

-No necesitas mostrármelo.

-Agradezco todo esto. No sabes lo que significa para mi – se acercó hasta el ya con el relicario cerrado -¿seguro no quieres verlo?

El niega – está bien. Este es tu secreto. Es tuyo. -entonces toma el relicario en su mano. -una cosa tan valiosa debería estar cerca de tu corazón.

El rey se coloca atrás de ella -¿me permites?

Ella retira su cabello de su cuello

Karim le retira el collar que Arista tenía y ahora le coloca el nuevo. Un relicario dorado en forma de corazón ahora colgando en su pecho.

La rodea para tenerla de nuevo de frente – se te ve hermoso

-Gracias. -y este agradecimiento le venía del corazón. Nadie nunca se había ofrecido a hacer tanto por ella -pareces alguien que ya no existe en este mundo...

-Soy ese tipo de persona -sonrió el rey. Claramente bromeaba. Nunca pensó que fuera capaz de relajarse tanto con alguien. Fuera de su castillo ya no se sentía como un rey malvado y con mano de hierro. Solo se sentía él. Como un joven de años atrás que visitaba un pueblo ajeno libre de responsabilidades, y maldiciones. Ella lo traía a un pasado mejor. Y quizás con ella, podía haber un futuro mejor

-Ah- se acordó Arista – le prometí a Elian que le llevaría unos libros relevantes de la biblioteca. ¿no la quemaron o sí?

El negó -no. Los libros deben estar algo regados y esparcidos por el suelo, pero te aseguro que están en buen estado.

-¡Excelente! Eso nos ayudara mucho con el tema de la maldición.

-Si- Karim entonces mete una mano en su traje y extrae un frasco azul. Y se lo toma.

-¿Qué es eso?- sus ojos castaños se fijan en el objeto ahora ya vacío

-Son pociones. Elian me las fabrica. Me da varios frascos cuando estoy lejos de casa. En el castillo siempre me lo mezcla con mi desayuno.

-¿Pociones para qué?

-Según él, retrasa los efectos secundarios de la maldición. Y después de todo, -suspiro – esto es algo que está consumiendo mi vida. Creo que lo retrasa.

-¿Crees?

-No soy un brujo. Pero confió en Elian. Él sabe lo que hace. El jamás me traicionaría. A él, le confiaría a mi vida -sonrió -también te la confiaría a ti

-De hecho, ya lo estás haciendo -le indica Arista. Después de todo le encargo la misión de curarlo. De salvarlo. Y confía en que lo lograra. Y ella empezaba a creerlo. -Si tomas eso... o si él te la da... quizás es porque piensa que no te queda mucho tiempo. Eso... asusta un poco.

-No tengo miedo de morir. Aunque... de preferencia quisiera tener una vida larga. Estoy luchando por mi vida. Que tu estes aquí es la prueba de ello. Y si al final no se logra romper. Nadie dirá que esa cosa encontró en mi alguien tan compasivo. Luchare hasta el final.

-Estas dispuesto a todo

-Muchos dependen de mí. Y ahora que te encontré de nuevo. Tampoco quiero dejarte.

-No te preocupes, Encontraremos la forma, -sonrió -después de todo soy una bruja talentosa ¿no?

-Si

Entonces Arista salió del despacho y empezó a caminar rumbo a la biblioteca. Mientras caminaban pasaron por un pasillo alargado que estaba decorado con un montón de estatuas colocadas en una larga fila.

-¡Rápido Karim! ¡Ya quiero que veas cuales eran mis libros favoritos! ¡Había un gran ventanal en un rincón donde era perfecto para leer!

-¡No vayas tan rápido!

Entonces mientras trataba de alcanzarla se le cayó el collar que le había sacado a Arista antes. Él se detuvo. Tenía que recogerlo.

-¿Dónde está? – se agacho tratando de buscarlo por el suelo. Arista ya había dado la vuelta sin percatarse que ya no la seguían.

Los ojos rojos del rey examinaban el lugar hasta que lo encontró -aquí estas- pero cuando estiro la mano para alcanzarlo se dio cuenta de que uno de los dijes grandes del collar estaba pegado a la estatua

Cuando intento jalarla con fuerza este se soltó -que material tan extraño- lo examino.

Miro de nuevo hacia la estatua de metal y arrimo el dije del collar a la armadura de nuevo y este se pegó. Sus ojos se abrieron como plato -impresionante.

¿Arista sabría lo que tenía?

El dije se podía partir en dos. Y un pedazo atraía al otro. Parecía magia. Que impresionante.

Se levanto y guardo el collar en el bolsillo y se apresuró en encontrar a Arista. Después de todo, esta se había adelantado -¡Arista!- corrió para alcanzarla.

No tardó mucho en encontrarla. Tenía una idea de las ubicaciones de las cosas en el castillo.

Una gran sala se abría ante ellos lleno de estantes y lleno de libros. No iba a decir que la impresiono, después de todo ya había visto ese lugar, y la biblioteca de su castillo era más grande. Pero si este lugar era especial para ella, entonces para el también.

Además, los conocimientos de todos los reinos sobre cosas siempre eran diferentes, y poseer varios ejemplares siempre es algo enriquecedor para el conocimiento. Los libros de su reino jamás serían los mismo que los de Amcher.

Dio unos pasos más allá entrando -¿tienes los libros?

-Si. Dame un momento. Los estoy recolectando. Los más importantes.

El miro hacia el ventanal -debemos partir antes de que baje el sol. Debemos ya estar en los bosques.

-Un momento...-entonces ella termino de empezar en su mochila los libros -listo -dijo cerrándola y sonrió.

Ambos habían estado sonriendo mucho en este viaje. Era como volver al pasado. Ellos dos juntos. Ambos divirtiéndose. Solo disfrutando de la compañía del otro siendo solo humanos.

Desfilaron de vuelta al pasillo y luego a los pasadizos secretos debajo del castillo.

-¿Puedes encender algo de fuego? ¿o un poco de luz en tu mano?

-¿Un poco de luz?- lo pensó – no se hacer ralamente eso... losiento

El enarca una ceja entonces miro a su bolsillo recordando el material del collar – para ser alguien que no puede encender una luz, hiciste volar tres torres

-Eso... supongo que es algo diferente. Era un asunto de vida, o muerte

-Sabes... mande a alguien a recuperar tu ropa ese día

-¿Qué?

El carraspeo -hablo del... del interior. La ropa interior

Arista se sonrojo y se volteo. -ah -murmuro evitando el tema

Karim no menciono nada de los explosivos, el resto de los cartuchos que encontraron, pero una idea terrible empezaba a formarse, todo empezaba a encajarle poco a poco...

Había decidió confiar. Apretó el collar en su bolsillo. Pero no había sido suficiente. -estuviste excelente el día de la prueba

-Lo se. -dijo

El dejo de caminar -Debes ser una bruja excepcional. No conozco a una sola que haga lo que tu haces

Sonrió satisfecha y feliz. Pero cuando Arista volteo hacia el...

El rey no sonreía. -Ahora me doy cuenta, de que no eres una bruja

La mirada de traición en su rostro...

-¿Q-qué... de que hablas?

Y su mentira cayéndose a pedazos

El rey me hizo su reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora