Fell
Aquel día en la noche Camelia me había estado sermoneando sobre las tareas que no había alcanzado a completar. Aunque de forma comprensiva me había dicho que me ayudaría. No era fácil adaptarse a una vida sin una mano menos.
Mi mano izquierda nunca fue la más hábil entre las dos, aun así, era como volver a vivir y adaptarme a todo.
Por otro lado, Alice no le veía el problema. Solo decía que estaba siendo dramático, y se burlaba de mí.
Era extraño que los tres fuéramos hermanos y pudiéramos ser tan diferentes los unos de los otros.
-Ya cállense. De verdad. Me dan dolor de cabeza.- mi bolígrafo voló a mi frente.
Aun sentado en mi escritorio seguía redactando las cartas y los acuerdos. Y Camelia ya me había traído mi merienda, aun cuando ya le he dicho que no tiene por qué hacer eso. Tiene complejo de mama desde que la nuestra nos dejó. No la culpo, he visto a Camelia como una madre desde que era muy pequeño. Me da un poco de vergüenza admitir que casi no recuerdo a nuestra verdadera madre. Siempre que pienso en una figura materna todo lo que puedo ver es a Camelia ahí sosteniendo mi mano o ayudándome a subir a algún sitio. Suponía que tuvo que madurar mucho para que nosotros pudiéramos seguir siendo niños. Eso fue en un pasado, pero ahora ya no tiene por qué hacerlo, ya soy un adulto, pero aun así, aquí esta ella actuando como una. Suponía que era un rasgo que no se olvidaba tan fácilmente.
-Alice -la llame -deja de discutir con tu hermana. Deberías solo comer algo aquí
-Yo no discuto, pero comeré algo afuera, así que deberías decirle a Camelia... ¡que no necesito ese abrigo!-regreso a mirarla
-Saldrás al pueblo Alice.-le reprocho la otra con manos en la cintura molesta - Deberías ponértelo
-No me voy a resfriar. Y en el caso de enfermarme siempre podrás curarme con tu magia sanadora. -entonces solo se marcha rodando los ojos y la puerta cerrándose
Alice está en esa etapa adolescente donde eres insoportable.
-Tiene un serio problema. Tu, -me señala – ve a por ella.
-¿Qué? -me encojo de hombros -¿Y por qué yo? Soy el rey y tengo cosas que hacer
-Me importa un comino tu título ahora mismo. Ve a por tu hermana ahora mismo -me dice. O más bien, me ordena.
Normalmente ella siempre suele ser muy formal y respetuosa conmigo por el título que llevo. Pero cuando se trata de nosotros ella rompe el molde. La corona no le era más importante que su familia. Suponía que ya estábamos rotos, no quería que esto se terminara de destruir aún más.
Me levanto con las manos en alto como señal de que me rendia. Tomo mi capa y marcho fuera.
Era tarde y pienso que Alice ha sido inconsciente y malcriada. No me importa que tenga quince años, no puede hacer lo que quiera cuando quiera. Dijo que estaría comiendo su postre favorito.
Así que cuando llego al pueblo ya hay pocos mercaderes recogiendo sus cosas, ya listos para cerrar sus negocios. Los pocos que quedan me saludan apenas me ven con reverencias para mí por respeto. Yo los saludo de igual manera y les digo que eso no es necesario.
Noto a mi hermana parada más allá de mi cuando me acerco hasta ella – no deberías salir así como así, pones de los nervios a nuestra querida hermana
Ella está feliz devorando su postre que esta atravesado por un palillo. Tiene la boca llena y parece tan embobada en su comida que ni me escucha
-Alice. -llamo de nuevo impidiendo que todo esto me moleste
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El rey me hizo su reina
FantasyLa princesa Arista jamás se había sentido como alguien afortunada. Era una princesa bastarda, no deseada, y odiada. Maltratada tanto por su madrastra como por sus hermanastras. El destino de su reino estaba marcado por la mano del rey Karim. Un homb...