Nunca había considerado seriamente la idea de poder romper su maldición.
No hasta ahora.
¿Pero cómo se supone que lo ayudaría cuando ni siquiera sabía cómo fue que la adquirió? ¿se la arrojo alguien? ¿toco algún objeto maldito? ¿leyó cosas que no debía? ¿experimento con magia? Habían tantas opciones... pero si algo sabia ella, era que el conocimiento era poder. Si leyera lo suficiente... si tuviera acceso a suficientes libros... quizás podría hacer algo
¿Pero cómo tener éxito sobre aquello que muchos otros experimentados fracasaron? ¿Qué experiencia y conocimiento tenia ella sobre brujas o brujos reales?
Karim le había dado un año para romper su hechizo, pero... al verlo así... ¿sobreviviría siquiera ese año?
Cuando el rey hablaba siempre lo hacia como si enserio la necesitara. Era extraño. La sensación de sentirse útil e indispensable para alguien. El poder cuidar de otros era una cosa hermosa recién descubierta para ella, y sin duda alguna...
Lo miro.
Sin duda alguna peligrosa...
-Arista...-su voz ronca
Karim no podía soportar todo este dolor. Mirarla era como ver un milagro vivo. Soñó con su rostro por años. Sus cabellos castaños eran suaves y caían en abundantes ondas sobre su espalda y hombros. El ahora mismo captaba su completa atención escondida en aquellos ojos marrones. Una sensación cálida de estar en su hogar lo llenaba, era un color dulce y acogedor... y sin duda ella era igual de dulce.
Su figura era pequeña, al igual que su cintura. Y al posar su mirada sobre todo su cuerpo fue cuando ella murmuro -p-perdona... me disculpo por mi atuendo... recien me doy cuenta de el. Yo... salí de mi habitación casi sin pensarlo. Esta pijama es algo... reveladora.
Increíble. Esto era una verdadera tortura para él.
Maldición.
Ella era tan ingenua que ni siquiera era consciente de cuanto la deseaba. Tocarla seria como tomar el fruto prohibido de su propio paraíso. Ella era su condena. Y si así era, quisiera ser un prisionero para siempre...
-Arista...-desde hace muchos años ella había sido su salvación, e incluso ahora, lo había vuelto a ser. Seria quien lo salvaría, siempre estando ella del otro lado para sostenerlo.
Viéndose como el rey mas fuerte, pero a su vez como el más débil por ella.
Ella era su debilidad... Y si los demás lo descubrian...
-Arista...-repitió su nombre con dolor. Acorralado. Así se sentía. En estas cuatro paredes con ella. -dime algo... ¿no te agrado?
-¿Qué?
-Quiero gustarte -declaro. Porque quería. Quería que ella lo encontrara atractivo. Quería que ella pudiera mirarlo de la misma forma en que él lo hacía. Porque siempre que ella se veía en un espejo parecía no ver nada especial. Lo cual era impensable para él, porque cuando la miraba veía todas las maravillas del universo juntas. Porque ella había sido fiel, leal, valiente, y con un sentido de justicia inquebrantable.
-Me gustas -menciono y sintio que habia soltado la verdad del mundo. Esperando ansioso una respuesta.
-Tu tambien me gustas, Karim
-No. -negó – no de la misma manera que yo. No hable de un gustar como agradarte.
-Entiendo pero... yo... debo ser cuidadosa, usted es mi rey.... Y ... es decir... ¿no soy yo en realidad una prisionera? ¿Qué espera que conteste?
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El rey me hizo su reina
FantasyLa princesa Arista jamás se había sentido como alguien afortunada. Era una princesa bastarda, no deseada, y odiada. Maltratada tanto por su madrastra como por sus hermanastras. El destino de su reino estaba marcado por la mano del rey Karim. Un homb...