Capítulo 36

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Una semana sin que Karim viniera a verla.

Los trabajadores del castillo solían traerle comida. A pesar de que la jaula era bastante grande. Claramente le podía hacer daño a las piernas, y a la espalda. Era el mismo Elian quien solía venir a sacarla un rato para que ella estirara las piernas y caminara un poco por la habitación. Como si fuera un perro. Qué horror.

Y a pesar de que había querido hablar con él. Explicarle cosas, y preguntar otras, este solo negaba con la cabeza y rechazaba toda interacción.

No le dirigía la palabra.

Quizás eso había sido una orden...

-¿Cuánto tiempo más pasare aquí?

Nada. Nada como siempre. Después de una semana debería rendirse de que este le hablara

Suspiro y miro hacia el suelo

-Si va a matarme debería hacerlo ahora... prefiero morir a pasar el resto de mi vida encerrada...

Elian no dijo nada.

-Bien. No me hables. Pero al menos dime, con la mano. ¿Cuánto tiempo más durara mi encierro?

Sus ojos verdes se mantuvieron inexpresivos. Él estaba usando su usual túnica y en su mano sostenía su báculo. Una gema grande de color morado oscuro adornaba la punta.

-Lamento no ser una bruja... de verdad... pero... no es mentira que quería ayudarlo. Espero...- dudo -espero que los libros de magia que traje de Amcher te hayan ayudado en algo. ¿Has avanzado algo sobre la maldición del rey?

Arista se dio por vencida luego de un rato al aceptar que no obtendría respuesta alguna. Estuvo una hora fuera de la jaula hasta que Elian miro hacia el reloj y decidió que era suficiente por hoy. Que ya era tiempo de regresar.

Sintió como la guio de vuelta a la jaula. Arista, sin saber que era inmune a la magia obedeció, pues creía que, si se resistía a Elian, este podría obligarla fácilmente.

Estuvo mirando hacia la ventana hasta que el sol se ocultó y otra vez la lleno la oscuridad.

Se abrazo a sus piernas

Odiaba esto.

Lo odiaba.

No soportaba otro día más aquí encerrada.

Entonces comprendió que ella.... Ella debía huir.

***

En medio de la noche, de repente la puerta se abrió de nuevo, algo que no había pasado hasta ahora. Aunque en la oscuridad le era imposible ver la figura de quien había entrado

-¿E-elian? -murmuro con cautela

Pero no. No era él.

Cuando este avanzo noto enseguida el destello de sus ojos rojos y su presencia la puso en alerta. -¿Karim?-murmuro entre la vergüenza y el asombro, y en medio de la oscuridad su voz sonaba distinta

Este solo se acercó hasta avanzar a la jaula. Y sin previo aviso abrió la celda con las llaves librándose del candado y este la saco de allí bruscamente de un tirón.

-¿Q-que... que pasa?- sus ojos bien abiertos y confundida

Entonces el olor a alcohol le lleno los pulmones -¿has... has estado tomando? -una de sus manos libres viajo hasta su nariz como un reflejo

-Dime,- su voz no había cambiado desde la última vez que la había escuchado. Distante. Fría. -¿Por qué de repente decidiste que ibas a odiarme?

¿Qué?

El rey me hizo su reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora