Relato 1

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Opeclia era hermosa. Una reina joven y venerada por todos. Quedo embaraza casi al mismo tiempo que su hermana.

-Prima -murmuro la pequeña Camelia mientras le había tocado la barriga a la reina

Esta sonrió -sí, cuando este bebe nazca tendrás una prima. -le dijo -es una niña- entonces miro otra vez a su hermana -¿Cómo estas tu?

-Fell está bien -se tocó la barriga

-¡Hermano! ¡Hermano!- y corrió hacia la otra barriga

Esta otra sonrió -si mi amor, tendrás un hermanito y todos los cuidaremos mucho. -y su madre abrazo a la pequeña

Opeclia estaba emocionada de ser madre. Su esposo estaba feliz y el reino pronto tendría a su heredera

-Nuestra familia no hace más que crecer- sonrió -estoy muy feliz

-Yo también hermana. Yo también

***

Aquel día en la tarde la reina empaco todo para ir a ver a su amiga. Era toda una fortuna que ambas concibieran también al mismo tiempo. Era curioso como el embarazo parecía algo contagioso. Una se embarazaba y luego veías a otra que también lo estaba.

Cuando llego a su reino los sirvientes la recibieron como siempre, con algo de cautela. Después de todo, ella era un hada y ellos simples humanos.

-¡Opeclia!

-Hola, Kory. -esta le abrió los brazos y la chica que era de estatura más baja que ella se enterró entre sus brazos. La amaba mucho. Siempre contaría con ella en todo.

Juntas tomaron el té. Y el esposo de Kory les trajo galletas deliciosas. Aunque siempre se veía distante, sabía que era un buen hombre, y adoraba a su amiga.

Todo eso era así hasta el día que todo cambio

-Toma- le entrego la carta – ya que tú vas a la reunión en el reino de Occidente por favor entrégale nuestra parte del tratado al rey Kast

Ella sonrió y asintió -claro -entonces observo el sobre cerrado y un olor a rosas le llego a sus narices. Una carta perfumada –se la daré -dijo – además, no es bueno que los humanos pisen Occidente. Te hare ese favor con gusto.

-Gracias.

Así que ese día fue a ver al rey. Sin embargo, fue en esa reunión secreta, justo en la parte del jardín que hubo un malentendido. -¡Así que tú eres esa!

-¿Perdone?- ella reconoció a la reina Dalia, quien se acercaba con rapidez

-¡Eres la amante de mi esposo!

Miro hacia Kast detenidamente en busca de una explicación, pero en vez de explicaciones encontró un collar que le era familiar.

Ella volvió su vista hacia la reina de los brujes -perdón, ¿de qué me está hablando?

-Dalia... relájate... estas exagerando...- probo su marido

-¡No me digas que estoy loca de nuevo! ¡yo lo vi! ¡reconocería su cabello en cualquier parte!

-¿Mi cabello?- ella inclino su cabeza confundida

-¡Si! ¡Se quién eres! ¡Te vi salir aquella noche a escondidas de la habitación de mi esposo! ¡te acostaste con mi marido! ¿acaso vas a negarlo?

Opeclia se levantó indignada y enojada a partes iguales -deje de acusarme de tales tonterías – entonces miro hacia el rey Kast -no vine aquí a ser insultada y oír tales barbaridades. Yo me retiro

-No. No lo harás. Escúchame bien. Yo te maldigo. Te encontrare y te matare, a ti y ese hijo bastardo tuyo

¿Qué?

El rey me hizo su reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora