Capítulo 52

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No habían tenido ningún progreso en los cuatro días que habían estado allí. Sin mencionar que el rey de Occidente no había dejado a nadie pasar para ir a ver a Karim; salvo a Elian, claro. Era lógico. Él era su hombre de confianza y con quien había estado desde el comienzo. Aunque aun así... a ella le hubiera gustado verlo, así no tuviera a aquellos ojos escarlata mirándola de regreso, al menos podría ver su semblante de paz en aquel rostro dormido.

-Quizás deberíamos irnos ahora. -repetía eso casi a diario

-Ya te dije que no. No me marchare de aquí hasta salvarlo

Suspiro -Pienso que estas siendo muy optimista con alguien que tiene ya una sentencia de muerte. Todos los sabíamos. Era cuestión de tiempo.

-Cuando me marche de Regnoll... parecía estar bien. Nunca pensé...

-Ya. Pero no lo está ahora -menciono con dureza cortándola en seco

Arista lo miro desdeñosa – si tú quieres marcharte puedes hacerlo ahora.

Alice y Fell se miraron -sabes que no nos iremos de aquí sin ti -fue la voz de la chica la que sonó esta vez-estamos aquí solo por ti. Eres la única persona que nos importa de este lugar.

-Además, -añadió Fell – todos los brujos nos ven raros. Muchos con caras de querer matarnos.

-Nadie va a tocarlos, son invitados reales

-¿Y por cuanto tiempo si no te lo has preguntado?- inquirió

-¿El cómo? Pues el que sea necesario.

-No. Te equivocas. Solo hasta que muera Karim – se levantó de la silla y camino hacia ella -¿es que no te das cuenta? Estamos en un campo minado. Karim es nuestro seguro y cuando muera ya no lo será. Estaremos acabados y encerrados. Justo en su reino, justo en la boca del lobo, de todos los reinos en los que podríamos haber parado... -se quejó -sino nos marchamos a tiempo... nosotros...

-Entiendo tu preocupación. -lo corta ella esta vez -Pero si tanto piensas así, entonces tú también deberías asegurarte de que eso no pase.

-¿Qué?

-¿Quieres salvar nuestras vidas, Fell? Entonces tienes que salvar la de Karim

El suelta un quejido crédulo por su atrevimiento -¿al hombre que me corto la mano?

-Tu te la cortaste solo. Y la responsable de eso, en todo caso, soy yo. -lo miro y había determinación en sus ojos – y Karim no va a morir. Has estado estos cuatro días perdiendo el tiempo cuando podrías ayudarnos. Has estado viendo noche tras noche como me quemo las pestañas leyendo y como nos amanecemos todos. ¿Y qué hay de ti?

-¿De mí? ¡Soy un hada! -le soltó eufórico -No sé nada de magia oscura, de rituales o hechizos. Sabes que nuestra magia curativa no hace efecto en nadie salvo en nosotros mismos. Los únicos hechizos que le afecta a los otros son los ofensivos. Y aunque ya he intentado en el pasado atacar a Karim, la maldición lo hace inmune a cualquier magia.

Arista le tiende un libro -no lo sabremos hasta que lo averigüemos.

-No. -negó – hasta que lo intentemos. -la corrigió - Y ya lo he intentado.

-No lo has intentado todo. Aun no. Y hoy,- estiro su mano con un libro en ella- hoy es tu momento.

-Arista, esto es...

-Es una orden de tu reina- y ella jamás había usado en si misma este título antes, pero con tan solo decirlo el rostro de Fell se descompuso -ayúdame a salvarlo. Y si lo haces yo... -suspiro – yo iré a Fairy contigo, y ocupare el trono tal y como lo querías. No me iré más. Estaré al lado de ustedes por siempre. -esa había sido su promesa.

Su sacrificio. Este es el precio que pagamos por amar.

No hubo respuesta en palabras, pero Fell tomo el libro.

***

-Elian, ¿Cómo sigue el rey?- le había preguntado ella después de la hora de la cena

El había dado un respingo. -¿Qué?

-¿No me escuchaste, te pregunte que como estaba? Has ido a verlo ¿no?

-Ah... sí. Sigue... sigue dormido

-Te noto distraído-confeso ella perspicaz

-Solo estoy cansado -dijo como excusa

-De hecho, -Arista lo analizo -te ves terrible. ¿te has bañado siquiera ya?

-No. -dijo -iba a... a hacer eso.

Arista también estaba ansiosa todo el tiempo y se sentía con el corazón en la boca, pero esto parecía diferente -claro- le contesto porque no quería presionarlo

Elian le sonrió con amabilidad, pero no le salió muy bien, fue más una mueca forzada que una sonrisa.

Entonces sí que se preocupó-Oye...- le dijo -¿Qué tanto haces con el rey de Occidente cada vez que te llama y te vas?

-¿Qué?

-Elian. ¿te sucede algo?- pregunto esta vez ansiosa

-Si. Estoy bien -pero se dio cuenta de que él no la estaba mirando a la cara

¿Acaso ella le había hecho algo malo? Tanto así que evitaba mirarla...

-Losiento. Debo marcharme ahora...- dio media vuelta y sus pasos empezaron a sonar

-Por favor espera.- le pidió y este se detuvo en el pasillo. -dime...-de repente sintió como que algo malo estaba mal, o mínimo algo malo por suceder, un mal presentimiento, algo asentado en su pecho de manera terrible e irrevocable- ¿tenemos esperanza? Dime que tenemos esperanza Elian.

El joven, aun de espaldas la vio de reojo -Arista, ¿Qué estarías dispuesta a dar por salvarlo?

Ella no dudaba – sabes que daría hasta mi propia vida. Si pudiera cambiar de lugar con el en este momento. Lo haría. Sabes que lo haría. ¿verdad?

-...

-Yo lo amo, Elian.

-¿Estarías dispuesta a probarlo?

-¿Qué?

-Digo que, -suspiro -quizás pronto llegue el tiempo en que tu amor será probado

Ella no lo entendió -¿de qué...?

-¿Harías lo que sea para salvarlo, verdad? – le había repetido la pregunta

-Si- contesto una vez ya sin tantas explicaciones

El muchacho guardo silencio, pensó que el ya no iba a decir nada, pero lo oyó responder – de acuerdo Arista. De acuerdo.

El rey me hizo su reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora