Kim Dan tiene un secreto, uno que podría acabar con su trabajo como fisioterapeuta personal del gran Joo Jaekyung.
¿Qué sucederá cuando el emperador descubra ese secreto?
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—Ten cuidado.— el Alfa de apenas diecisiete años mira al otro con dolor.
—Si dejaras de pelear con el que se cruce, no estaríamos en esta situación.— regaña, corta la venda y la envuelve en la cabeza del Alfa. —¿Hasta cuándo seguirás así?— coloca la bandita en la mejilla con fuerza, lo que provoca un gemido de dolor.
—No seas así, Hajun. Son ellos los que buscan problemas.— toca su labio y sisea ante el ardor. —Aparte, es lindo verte tan preocupado.— susurra sin que el otro escuche.
Hajun cierra el botiquín y se levanta de la cama. Están en su casa, más específico, su habitación. El Alfa siempre iba cuando necesitaba ayuda o cuando estaba aburrido.
—Hajun.— llama mientras se acuesta. Estar en la habitación de su amigo le resulta cómodo, más por el hecho de poder llenar todo con sus feromonas. —¿Ya tienes los resultados?
Hajun detiene sus movimientos y observa el reflejo en el espejo. Jung-ho no sabe que es un Omega recesivo, no tiene idea de que su mejor amigo es del género que detesta.
—Sería genial que fueras un Omega dominante, pero no me importa si eres un beta.
—Jung-ho, ya es tarde.— regresa con su amigo y lo mira con tristeza.
Jung-ho no odia a los Omegas mientras sean dominantes. Sin embargo, cuando se trata de recesivos, su actitud cambia por completo. Quizás sea por el hecho de que su madre es una y mantiene relación con varias parejas.
—Dormiré aquí, mañana iremos juntos a clases.— se levanta de un salto y se acerca a Hajun. —¿Puedo?
—Sí, le diré a mis padres.— se aleja casi corriendo al percibir las feromonas. Los Omegas recesivos tardan en presentarse o simplemente no lo hacen.
Hajun estuvo junto a Jung-ho, un Alfa dominante, durante toda su vida. Las intensas feromonas lograron que se presentara a los catorce años, pero nunca lo reveló. Usa supresores y un spray especial para ocultar las feromonas.
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—Jung-ho, apártate.— empujo su hombro tratando de moverlo, pero sólo logro mover mi cuerpo. —Te dije que mis padres ya no quieren que durmamos en la misma habitación.
—Lo hacemos desde niño, Hajun. No puedo dormir si no te abrazo.
Suspiro y cierro los ojos para ignorar su presencia.
—Hajun...
No respondo, sentir su respiración en mi nuca no ayuda en nada. Sus feromonas llenan todo y me hacen sentir incómodo, tendré que ducharme en la mañana y echarme mucho spray.
