17. Gala

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Narra Hana

— ¿Qué haces? —aparece el rusio detrás mio.

Estoy en la biblioteca estudiando para mi primer control del semestre. Una lata esta wea.

— Estudio histología —se sienta al lado— ¿ya terminaste tus clases?

— Sip —me da un piquito— ¿vas a almorzar luego?

Que raro esto de ser "públicos".

— Sí, me ruge la wata —cierro mi cuaderno— tengo ganas de un churrasco así con una cantidad monstruosa de queso derretido.

— Vamos, los chiquillos están en el casino.

— ¿Ya les contaste?

— Que se den cuenta solos, me importa un pico decirles —se encoge de hombros— al único que le conté fue al Yamaguchi.

— Y yo a la Yachi —digo riendo— sabi que me di cuenta que el Yams y la Yachi igual harían linda pareja...

— ¿Sí? —me mira raro— puede ser, el Yamaguchi me dijo que la encuentra linda.

— Listo, hagámosles gancho.

— No eres cupido Hana, eso tienen que verlo ellos —se pone de pie— además ¿La Yachi te ha dicho algo?

— Noup, solo lo pensé —me pongo de pie y agarro mi mochila— vamos por ese churrasco.

Salimos de la biblioteca y vamos al kiosko. Mientras estamos en la fila, el rusio me abraza, anda super cariñoso (para lo que es). De lejos veo la Kyo, mi compañera que tuvo a esta jirafa de tutor. La saludo con la mano pero me ignora olímpicamente.

— La Kyo me hizo la desconocida —le digo al rusio— ¿qué chucha?

— ¿La que tenía tutoría conmigo? —asiento— la wea rara.

— Debe estar celosa, ella quería contigo.

— Ah verdad, y tu le dijiste que no porque "está mal comerse a los tutores" —webea— se lo dijiste de pura celosa.

— Yo no soy celosa —levanto una ceja— tu eres el celoso aquí.

— Sí, no lo niego, pero en ese momento lo dijiste porque pensaste que la pescaría —me webea— y ni siquiera es mi tipo.

— ¿Cuál es tu tipo, Tsukishima? —levanto una ceja.

— Las que no cierran nunca el hocico —me webea y lo miro mal— te toca comprar.

— Te salvaste weon —lo suelto y me doy vuelta a pedir.

Pido mi churrasco, con queso extra. Me lo entregan rápido y nos vamos al casino con los cabros del equipo. Sin preguntarme nada, el rusio me toma la mano antes de entrar.

Me cago entera cuando nos acercamos a la mesa, las miradas y las risitas no se pueden evitar.
Nos sentamos y me pongo a comer.

— ¡Yapo cuenten! —dice el Nishinoya.

— ¿Qué cosa? —pregunto con la boca llena.

— ¿Cómo que qué cosa? —habla el Tanaka— no te hagai la gila.

— Quieren saber que se traen ustedes dos —dice el Yamaguchi aguantandose la risa.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora