45. Cancelación

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Narra Hana

— Se va hoy —digo con pena mientras entro a la pieza del Bokuto— eso me dijo la Yachi.

— Deberías hablarle.

— Me bloqueó po —hago una mueca.

— Puta no sé, mensaje de texto, correo electrónico, alguna wea teni que tener Hana —frunce el ceño.

— Me sé su correo... —me quedo pensando— ¿Pero que le digo?

— Que se quede po aweoná si lo segui queriendo.

— No porque si se queda caga su futuro.

— Weones tontos, tu porque solo deci eso y el otro que no es capaz de mantener una relación a distancia —suspira— me dan rabia.

— Lo extraño mucho.

— No sacai nada extrañandolo.

— Puta que andai pesao —hago un puchero— se nota que no te lo ponen hace rato —salgo de su pieza.

La Yachi le sacó hasta el numero de vuelo al Yamaguchi, esa sí es mi real. Me meto a sapiar los vuelos y cacho que el suyo lo atrasaron por falla en el avión. Así que tomará el vuelo dos horas más tarde.

"Jurame que serás la mamá de mis cabro chicos"

Estos días tengo la cabeza llena de las weas que me dijo curao después del cumpleaños del Lev. El rusio no se acordaba de nah al otro día y nunca le dije lo que me hizo jurarle.

Dios como chucha voy a aguantar esto.

— Iré a dar una vuelta en auto —hablo por el pasillo— no me esperen para tomar once.

Salgo y me subo a mi auto. No sé pa dónde ni con quien ir, tengo a mi familia chata con esto.

Me acuerdo de lo que dijo el Bokuto y escribo un correo deseándole que le vaya bien. Un impulso me hace enviarlo, me arrepiento altiro pero no saco nah con borrarlo.

Enciendo el auto, empiezo a dar vueltas por medio santiago sin saber que más hacer. Paro en un local de sushi, en otro de completos, en un subway a comprar galletas, y por ultimo termino en un mcdonal comprándome un mcflurry.

Todo lo que compré antes está ahí tirado en el asiento del copiloto, tengo cualquier hambre pero no ganas de comer, rara la wea.

Me quedo estacionada en el mcdonal, llevo como una hora webiando. Me sorprendo al ver que el Akiteru entra a ese local, se estacionó unos autos más allá.

Miro su auto y... ¿Está el rusio dentro?

Pero debería estar en el aeropuerto...

No creo que se haya quedado, me mató conchetumare.

Un impulso me hace salir de mi auto y camino hacía donde está el rusio. A mitad de camino freno pensando bien si debería acercarme o no. Al menos no me ha visto.

Estoy puro webeando.

Me devuelvo a mi auto, pero antes de poder abrir la puerta un brazo me detiene.

— Rusio... —lo miro sorprendida– deberías estar en el aeropuerto.

— Cancelaron el vuelo hasta mañana —dice serio.

— Ah... que mala suerte —hago una mueca— pero por algo pasan las cosas.

— Me lo juraste.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora