11. Ganas

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Narra Hana

— Más weon el Anthony —comento mientras seguimos viendo bridgerton.

— Sí —confirma el rusio— si se casa con la Edwina nunca más veo esta wea.

¿No les pasa que son medio corazón de pollo y no pueden estar mucho tiempo enojados con alguien? bueno, a mi me pasa esa wea po.

Le acepté las disculpas por dos razones:
1) extrañaba hablar con el.
2) trajo helado.

Parece que aprendió lo que le dije la otra vez que el que la caga se disculpa comida, asumo que entendió que sí se aweonó así que me basta con eso.

Ahora estamos abrazados viendo la serie, tengo ganas de  darle besos, regalonear y todo eso. Ando media mamona.

— Oye.

— Dime.

— ¿Pausa a la guerra?

— ¿Ah? ¿cuál guerra? —levanta una ceja.

— La mini guerra que tenemos po —rio un poco.

— Ah ya, sí ¿por qué?.

— Por esto —me acomodo y le agarro la cara para darle un beso— porque esto no cuenta con que sigas ganando tu.

— Tramposa —ríe antes de darme otro beso.

Nos damos besos por harto rato, son suaves y calmados. Le hago cariño en el pelo y su mano no deja mi cintura. Me encanta estar así con el.

Me separo un momento para acomodarme y sentarme encima de sus piernas para estar más cómodos y más cerca. El aprovecha y me pega a el lo más que puede. Hoy se ve tan bonito el desgraciado, anda con un poleron verde que hace que se vea mil veces más rico de lo que está, definitivamente ese es su color.

— ¿Que tengo que me miras tanto?

— Nada —le doy un piquito— te ves bonito nomas.

No me dice nada porque se pone rojo, solo mira pa otro lado, me da risa que reaccione así. Le vuelvo a agarrar la cara y le empiezo a dar piquitos por todos lados.

— Yaaa —dice riendo antes de ocultar su cara en mi cuello.

— Estai más rojo —me burlo— ¿quien diría que este paliducho sí podía tomar color?

— Basta —me abraza más fuerte.

Nos quedamos así unos minutos hasta que nos volvemos a besar. Los besos son un poco más intensos, una de sus manos va a mi cuello y hace un poco de presión.

Desgracio, intenta ponerme roja a mi ahora, ¿no que aceptó la pausa?

Poco pienso en eso cuando la mano que sigue en mi cintura pasa por debajo de mi polera para tocar directamente mi piel, me da un escalofrío al sentir lo helado que está.

— Oye eso es trampa —alego.

— ¿Quien es la que está roja ahora?

— Idiota —le pego en el hombro.

[...]

Narra Tsukishima

— ¿Hicieron el cuchi cuchi? chucha que buena reconciliación weon —dice el Yamaguchi.

— No gil —le pego un wate— fue como ¿regalonear? ¿así se dice?

— Supongo —se encoje de hombros— pero al menos ahora están bien.

— Sí, menos mal —entramos al gimnasio.

La Hana está armando para el Tanaka. Cuando me ve entrar me saluda con la mano y sonríe. Se ve linda con ropa deportiva.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora