35. Bikinis

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Narra Tsukishima

— Kei ¿Me vas a responder?

— Eh... ¿La Akari te dijo algo?

No puedo pensar bien weon. Mucho tequila.

— Sí evitas tanto responder es porque sí pasó —suspira— pensé ella que me estaba mintiendo, y tu nunca me contaste.

— Hana yo... —me paso las manos por la cara— no fue nada importante, yo estaba picado por las peleas que habíamos tenido y... no sé, caí bajo.

— ¿Tirartela es caer bajo? wow, que gran concepto.

— ¿Qué? ¿Tirar con ella? —la miro raro— eso nunca pasó, solo nos comimos un par de veces.

— ¿Cómo? ¿Entonces no tiraron? —niego— ella me dijo que lo habían hecho un par de veces.

— Yo creo que ganas no le faltaron pero nunca llegamos a eso —suspiro— casi pasó, pero yo me arrepentí.

— Agh menos mal —suspira aliviada— me pasé cualquier rollo, igual pudiste haberme contado eso.

— Es que pa mi fue la nada, me importa un pico esa wea y se me fue decirte, no quería tener un nuevo motivo por el que pudiéramos tener ataos, por eso no te dije.

— Está bien, tampoco puedo reclamar pero me dio cosa nomas —sonríe— voy a llevarle el café al Shoyo.

Sale de la cocina y se va al patio. De la que me salvé conchetumare. Jamás me tiré a esa mina, casi pasó pero preferí no hacerlo, no me sentía cómodo. Sí me la comí (aweonao) en esa misma semana del carrete del Nishinoya, no puedo negar esa wea, pero puta, soy hombre weon de vez en cuando solo pienso con el pico.

Y la weona pa pitia ¿Qué tan loca teni que ser pa inventar eso?

Narra Hana

ME HIERVE LA SANGRE CONCHETUMARE PA QUE CHUCHA SE COMIO A ESA FEA CULIA.

No le voy a reclamar, no tengo cara pa eso, si yo me agarré a dos weones en ese tiempo que estuvimos separados, pero JUSTO TENIA QUE SER ESA WEONA ENFERMA DEL HOYO.

Bueno, al menos no se la tiró, porque por más que yo ame a este weon, no deja de ser hombre y hay veces que piensan con el pico.

— Shoyo tu café —le paso la taza al pelinaranja.

— Ay que eri linda gracias —sonríe de oreja a oreja.

— ¿Y si nos metemos nosotras ahora? —le digo a la Kiyoko y a la Yachi.

— ¡Sí que wena idea! —dice la rubia— vamos a cambiarnos.

Llevo a las chiquillas a la pieza para que se cambien a sus trajes de baño. Si fuera lesbiana, les juro que me declaro ahora mismo a la Kiyoko, esta mujer está esculpida por los dioses.

Y la Yachi no se queda atrás, pero la Yachi es como más tierna, la Kiyoko grita sensualidad.

Y yo, soy el guaren con cigarro de las tres.

— No sé cual usar —saco tres trajes de baño de mi bolso.

— ¿Cual es el color favorito del Tsukki? —pregunta la Kiyoko.

— Verde.

— Entonces el verde —guiña un ojo— ni me quiero imaginar la cara del Tanaka cuando me vea así.

— Ese weon va a terminar con soponcio —digo y reímos.

— Estoy lista —dice la Yachi mientras termina de ponerse una polera que claramente no es de ella.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora