27. Girls

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Narra Tsukishima

— Hola Kei —me saluda la Akari.

— Hola –dejo mi bolso en el piso del gimnasio— ¿Cómo estai?

— Bien... oye ¿Volviste con la loquita esa que me contaste?

— Ah, sí, ahora estamos pololeando —sonrío al recordar— ¿Por?

— Ah, bu —hace una mueca— yo pensaba que... tu y yo teníamos como una conexión...

— ¿Ah? nah que ver —la miro raro— me caes bien pero eso nomas.

La wea rara.

— Holaaaaaa —llega la Hana— ¿Qué pasa Kei? —me abraza— Antari, viniste otra vez...

— Akari —corrige— ¿Podrías aprenderte mi nombre de una vez?

— Es que cuando no es de alguien importante, siempre se me olvida —dice sarcásticamente— rusio ¿me acompañas a comprar antes de que empiece el entrenamiento?

— ...Vamos.

Salimos de la mano, está molesta pero no me dice nada, compra un agua mineral y cuando nos devolvemos la detengo antes de entrar otra vez.

— Hana, habla —me cruzo de brazos.

— Me cae como el P I C O —pone mala cara— la detesto, su sola presencia me cae como patá en la wata.

— ¿Por lo del beso?

— Eso es un factor, pero la weona nos trata mal a las chiquillas y a mi, demasiado pick me —frunce el ceño— no me gusta que te hable.

— ¿Estai celosa?

— Sí, del uno al diez, veinte —me recuerda lo que dije— tan buena onda que es el Daichi y esta weona tan desagradable, desperdicio de sangre.

— Pero si no son hermanos de sangre.

— ¿Cómo que no? —levanta una ceja.

— Son hermanastros, es la hija del padrastro del Daichi, se dicen hermanos porque ya tienen confianza nomas, pensé que sabías.

— ¿Y como iba a saber? ni que fuéramos amigas pa que me cuente —suspira— weona pesá.

— Bueno, le dejo de hablar entonces.

— ¿De verdad? —me mira raro.

— Me cae bien pero igual es incómodo después del beso que me dio —hago una mueca— además te cae mal ¿Pa qué la quiero de amiga?

— Ay que eri lindo —me agarra la cara y me un beso— te ganaste un premio.

— ¿Cuál?

— Después verás —me empuja para que entremos al gimnasio.

[...]

Salgo de la ducha y me visto rápido. La Hana se va a quedar a dormir hoy, otra vez.

Chistosa la wea, la foránea es ella pero el que siempre está solo soy.

— ¡Kei ya está listo, apuralaaaa! —grita desde abajo.

— Voy —bajo la escalera— que huele rico weon ¿por qué no postulai a master chef?

— Exagerado —ríe y sirve la comida— y me pudo quedar mejor, se me olvidó echarle ajo.

— Por favor, cocíname toda la vida —le doy un beso en la frente antes de sentarme.

— Patuo —se sienta frente a mi— invité a la Yachi y la Kiyo a mi casa mañana, junta de girlssss.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora