Extra 4: Hijos

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5 años después

Narra Hana

— Hanami levántate —muevo a mi hija, de cinco años— tienes clases.

— ¡No quiero! —dice debajo del cubrecama.

— Hanami, es la quinta vez que vengo a levantarte, tu hermano ya está listo —la destapo— tienes que ir clases.

— Está sobrevalorado el colegio —se vuelve a tapar.

— Yo me encargo —entra el Kei a la pieza de la niña— Hanami, se te está haciendo tarde.

— Pero papitooo —se destapa y hace un puchero— me duele la watita.

— A ti siempre te duele la watita —la topa en brazos y me la pasa— te vas a quedar sin tablet si haces esto otra vez.

— Perdón papito —mi hija me abraza y me la llevo al baño.

La Hanami es super mañosa, para todo hace un atao, tiene un pero o le duele algo. Igual a mi cuando chica, el Keitaro, es IGUAL de tranquilo que el Kei, no wea para nada, es una foto mi niñito.

En estos cinco años tuvimos al tercero y al cuarto, al Kenji y al Haru. Mis cuatro niños son rubios, idénticos al Kei.

Mis hermanos también tuvieron más hijos y como todos dijimos alguna vez, cumplimos el tener cuatro cada uno.

Bueno, el Kei quiere tener otro pero yo lo mandé a la chucha.

— ¿La mamadera del Kenji? —pregunta el Kei mientras peino a la Hanami.

— En el microondas lista pa calentar —le hago dos colitas a mi hija— ¿El Haru sigue durmiendo?

— Como lona —se ríe.

— Papá ¿me puedes traer mis lentes?

— Ya, altiro.

De los cuatro niños, solo la Hanami necesita lentes, el Kei insiste en que la operen pero a mi me da cualquier pánico porque tiene que estar dos semanas con vendas en los ojos y con lo mañosa que es, se las querrá sacar y hasta ahí llegamos con la operación.

— Mamita ¿Puedo comer un pedacito de queque?

— Sí Taro —termino de arreglar a la Hanami— vamos, yo te lo sirvo.

Son las siete de la mañana, siento a los dos más grandes en sus sillas, al Kenji en su silla de wawa y el Haru lo dejo en un mecedor para que siga durmiendo pero esté cerca de nosotros.

— Mamá —habla mi hija— ¿Me das chocolate?

— Es muy temprano, ni haz desayunado —le sirvo leche de frutilla a los mellizos— en la tarde si quieres te doy un pedacito.

— ¡Pero yo lo quiero ahora! —aprieta sus puños, eso hace cuando quiere hacer pataleta.

— ¿Qué pasa aquí? —entra el Kei a la cocina y la Hanami se calma.

— Nada papito —hace un puchero.

— Ella definitivamente no me quiere —le digo al Kei y rueda los ojos— nunca me hace caso.

— Exagerada —se ríe— Hanami ¿Quieres a tu mamá?

— No me quiso dar chocolate...

— ¿Ves? —digo riendo— tu eres el "papito" y yo soy solamente mamá —arqueo una ceja— pero weno, nah que hacerle.

— Mamiiii —habla el Keitaro— ¿Podemos tener un perrito?

— Tenemos un gato, tonto —responde la Hanami— el Naruto se muere le pones un perro cerca.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora