8. Cumpleaños

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Narra Tsukishima

Otro partido de practica más. Toi terrible cansado weon, encima que fue contra Nekoma y perdimos todos los sets y con las penitencias estoy pal pico.

— Tsukki ayúdanos —aparece el Kuroo.

— No —me seco la frente— toi cansado.

— Yaaa que eri débil weon —pasa su brazo sobre mis hombros.

— Teni al Lev, ese weon más alto que yo —tomo mi botella— nos vemos después.

Camino a la salida, el Yamaguchi me está esperando. Nos vamos al camarín, y al entrar quedamos pa la caga al ver al Hinata y al Kageyama dandose un beso.

— ¡Rechucha! —dice el Yamaguchi.

— ¡No cabros!... no es lo creen —dice el Hinata nervioso y más rojo que la chucha.

— Era de esperarse —entro sin darle importancia— ¿era primero? digo pa no sertirme mal por cagarles el momento po weon —dejo mi bolso en el piso.

— No... —contesta incómodo el Kageyama— no le digan a nadie porfa.

— Lo juro —dice el Yams antes de sonreirles.

Con el Yamaguchi nos terminamos de cambiar de ropa. El Hinata prácticamente huyó a los dos minutos de la pura vergüenza.

— ¿Ya le dijiste? —le pregunto al Kageyama.

— ¿Qué cosa?

— Que te gusta po tonto weon —ruedo los ojos y mira nervioso al Yamaguchi— ah este weon da lo mismo si la wea es re obvia.

— No... solo nos hemos comido unas ¿tres veces? —se rasca la nuca— el partió eso sí, yo no hice nah.

— Alma inocente —webea el Yamaguchi— ta bien, al menos dieron un paso.

— Eso —me cruzo la cinta del bolso y salgo del camarín.

El peliverde me sigue y cierra la puerta. Cuando ya estamos alejados pa que no nos escuche el Kageyama, nos cagamos de la risa. La wea era evidente que pasaría en algún momento pero pillarlos nosotros fue tan chistoso.

— Pobre Hinata —dice el Yamaguchi mientras se seca una lagrima que le salió de tanto reír— se puso tiritón cuando entramos.

— No nos va querer ni mirar después.

Al salir del gimnasio veo a la Hana hablando con Kuroo. El parcito está muerto de la risa. El Kuroo le sonríe caleta a la enana. No quiero interrumpir su conversación, supongo que está muy buena por tanta risa así que paso de largo de ellos.

El Yamaguchi me hace acompañarlo a comprar algo pa comer, yo aprovecho y me compro una redbull.

Nací por mi mamita y moriré por la redbull.

— Oye desgraciado —me pegan en el hombro— ¿tu no sabi saludar o qué wea? —la Hana aparece y se cruza de brazos.

— Ah, hola, es que te vi media... ocupada con el Kuroo.

— Estábamos hablando pero eso no quita que me podai decir hola —levanta una ceja— ¿qué te picó miope?

— Nada —levanto los hombros— no soy de interrumpir conversaciones.

— Hmm, ¿cómo estuvo el partido?

— Bueno, pero perdimos.

— Sí me dijo el Kuroo —se ríe— pero dijo que jugaste bien.

— Eso creo —abro la lata de redbull— después nos vemos, tengo que irme.

Le hago una seña al Yamaguchi y caminamos a la salida de la U. Siento su mirada rara sobre mi pero la ignoro poniéndome los audífonos.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora