43. Estancar

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Narra Hana

— En el viaje hablé con mi mamá y me dijo que fueras a almorzar a la casa cuando esté en santiago —dice el Kei.

— Ah no, ni weona —me cruzo de brazos— yo te quiero mucho pero también me quiero a mi misma como pa andar pasando por tremendo masoquismo.

— Inténtenlo porfa —se pone sus lentes— no creo que sea tan terrible.

— ¡Ella me odia Kei!

— No te odia, con suerte te conoce.

— Quizás invite a tu no muy simpática ex otra vez —digo sarcástica— "Junta de todas las que se han tirado al Kei"

— Faltarían varias en ese caso —dice webiando.

— ¿Con cuantas te haz acostado weoncito? —levanto una ceja.

— No te voy a decir, porque te vai a poner pesá.

— Solo quiero saber, si esas wirwilientas ya fueron, ahora soy yo noma la que puede —sonrío de lado— yaaapoo tu sabi mi número, debo saber el tuyo.

— Agh —rueda los ojos— ¿Seis o siete? no me acuerdo bien.

— SIETE —abro bien los ojos— SIETE KEI IGNACIO.

— ¿Qué? si estoy rico —dice riendo— yo fui seducido y la puse noma.

— Pelao que erai —le pego con un pañuelo que tengo cerca— pico sociable.

— ¿Y? estaba soltero, era verano y-

— ¿ESTE VERANO? —lo interrumpo— osea, el pasado ¿ANTES DE ENTRAR A LA U?

— La mayoría, fueron como cuatro.

— Dios mio me metí con un promiscuo —exagero— y yo que llegué casi virgen contigo.

— Ni tu te crei esa wea —ríe y me da un beso— yapo, cuando mi mamá vuelva a santiago teni que almorzar con nosotros.

— El plato del día "el alma y autoestima de la Hana a la olla" hecho por la mamá del Kei —digo sarcástica.

[...]

Yo tengo que amar mucho a este palitroque rubio pa pegarme el pique desde puerto montt hasta aquí solo pa ver a su mamá, igual ya llevo una semana sin verlo, pero que el plan incluya almorzar con esa señora no me emociona pa na.

Bueno, al menos invitó a un tenedor libre, pero igual fea la wea porque voy a tener que aguantar las ganas de comerme todo pa que no diga que soy muy hambrienta, capacito que se inventa la doña.

— Mi mamá y el Akiteru ya están allá —dice el Kei cuando se sube al auto— gracias por hacer esto.

— Me debes una Kei Tsukishima —lo miro seria— mínimo que después de esto me lleves a una cafetería aesthetic.

— Ya oh, mañana vamos.

— Así da gusto negociar.

Manejo unos diez minutos y llegamos al tenedor libre. Al entrar buscamos la mesa y cuando vemos al resto de los Tsukishima, nos vamos a sentar.

— Holaaaa —saludo nerviosa— ¿Cómo está?

— Hola Hana —me sonríe mi suegra— con harta hambre, vayamos a buscar comida mientras y ahí nos sentamos a conversar.

Saludo al Akiteru y los cuatro vamos a buscar comida, elijo sushi, carne, pollo y un poquito de arroz chaufá. Trato de que no se vea la gran wea, porque si ya me odia no quiero que piense que soy glotona, aparte de que la señora es regía, es como una Pamela Díaz blanca.

Beso de carrete | Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora