10. Motivos

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Llegados a este punto, creíamos que nada nos podía sorprender, que Pablo sabía todo de mi y yo de él, pero no era así, porque descubrimos que somos los dos igual de cobardes, así que no encontrábamos el valor para tener las conversaciones que sabíamos que teníamos que tener. Así que como buenos cobardes, utilizamos una excusa, y esa fue mi cumpleaños.

Ya tenía 19 años y sentía que tenía la vida más patas arriba que nunca, no podía creer que ya hiciera un año desde que salí de la Masía, a veces lo echaba de menos, los problemas allí se sentían menos importantes. Ahora siento que cada paso que doy es decisivo para mi futuro, no puedo dudar, ni cambiar de idea, porque si lo hago voy a destruir mi futuro.

Nos cuesta decidirnos sobre qué hacer, realmente no me gusta hacer fiestas de cumpleaños, pero si lo hacemos con menos gente, se notará porque serían solo Ferran y Pedri, bueno y Fermin, son las únicas personas que considero lo suficientemente amigos como para que vengan a casa. Otra opción que nos planteamos es hacer una fiesta más general en algún sitio con compañeras de mi equipo y algunos de los compañeros de los chicos, pero la descartamos rápidamente porque sería demasiada gente pendiente de mi, lo cual me agobiaba solo de pensarlo. Así que nos arriesgamos, y decidimos hacer una cena, los cuatro solos, no me parecía justo invitar a Fermin para que se sintiera incómodo y no supiera de qué iba el tema.

Nos dimos cuenta de que Pablo y yo juntos éramos muy inmaduros tomando decisiones, estuvimos un día entero decidiendo cómo invitarlos a venir, para finalmente escribir lo primero que se me ocurrió. Tanto Pedri como Ferran me mandaron un mensaje felicitándome el día de mi cumpleaños, a lo que yo les conteste que si querían venir a cenar esa noche. Cuando ambos contestaron afirmativamente, llame a mi hermano que resulta que estaba con Ferran en el vestuario, lo cual impidió cualquier tipo de disimulo, sobre todo cuando él contesto al teléfono diciendo mi nombre 1 minuto después de que Ferran me contestará, ya que Pedri lo había hecho por la mañana ya que en la rehabilitación podía mirar el móvil más fácil que en los entrenamientos.

Cuando llegamos a casa esa tarde, me sentía como una niña de 10 años, haciendo planes con su hermano y decidí tomar las cosas con la seriedad que merecían, eran nuestros amigos, necesitábamos hacer las cosas bien. Así que cuando llego mi hermano, se lo dije:

- Pablo, parecemos niños y esto es importante, no podemos cagarla.

- No depende de nosotros, es su decisión, lo único que podemos hacer es ser completamente sinceros y qué pase lo que tenga que pasar.

Asiento, dándole la razón y a cada minuto más nerviosa. Pedimos sushi para cenar, era nuestro plato favorito y sabíamos los favoritos de Pedri y Ferran, íbamos sobre seguro. Llamaron al timbre y mire a Pablo, estaba muy nervioso, así que decidí ir yo a abrir la puerta, no me sorprendió que llegaran juntos ya que Pedri no puede conducir todavía.

- Hola - dije mirando a ambos.

- Felicidades Nis - me abraza Pedri.

- Gracias - le devuelvo el abrazo sonriendo.

- Felicidades - me dice Ferran abrazándome también y me siento estúpida por los nervios, es mi mejor amigo y necesito que siga siéndolo.

- Muchas gracias por venir - le digo siendo completamente honesta.

Avanzamos y no alcanzo a ver el saludo entre Pedri y mi hermano, pero veo como mi hermano se dirige al salón dejando a Pedri en la cocina. Ferran va a saludarlo y yo entro en la cocina a coger algunas cosas que faltan en la mesa.

- Lo siento - escucho la voz de Pedri a mi espalda, por lo que me giro a mirarlo para saber si se dirige a mi, mi cara debe evidenciar mi confusión, porque añade - Te prometí que no le haría daño y te he fallado, le he hecho mucho daño - asiento, entendiendo a lo que se refiere.

Se merece intentarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora