34. Confianza

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POV PABLO

Estoy en la piscina de la casa de Pedri en Tenerife tomando el sol, tras salir de la piscina de hacer mis ejercicios de rehabilitación. Pedri sigue haciendo sus propios ejercicios, ya le queda poco para estar completamente recuperado, espera comenzar la pretemporada sin ningún problema. Me suena el teléfono y veo que es Ferran:

- Hola, hermano, ¿qué tal? - le pregunto ya que hace días que no hablamos.

- ¿Has hablado con ella? - suena muy agitado y me preocupo.

- ¿Con quién? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - le pregunto alarmado.

- Tu hermana, no consigo contactar con ella - sigue agitado.

- A esta hora suele estar entrenando - le digo sorprendido ya que él también sabe eso, suelen hablar todos los días, conoce sus horarios.

- Ya, pero tal vez te había dicho algo - no consigue tranquilizarse.

- ¿Algo de qué? - le pregunto sin entender nada.

- De las noticias que han salido, son falsas, te lo juro, ni siquiera la conozco - no he visto nada, pero estoy empezando a entender por dónde va esto.

- Hermano, tranquilízate, estará entrenando, cuando termine y pueda mirar el móvil te llamará - le aseguro.

- Y si está tan enfadada que no quiere ni hablarme - verbaliza su miedo.

- Estamos hablando de mi hermana, nunca te haría eso, si está enfadada te lo hará saber y te pedirá su espacio - le digo y es en ese momento, que noto a Pedri a mi lado, me hace gestos para que no le diga lo que le acabo de decir, ya es tarde.

- Mierda, mierda - dice Ferran, más agobiado todavía.

- No te adelantes, seguro que te llama cuando termine el entrenamiento - trato de solucionarlo y tranquilizarlo.

- Eso espero, voy a llamar para negar las noticias - dice desesperado.

- ¿Qué? No, ni se te ocurra, sabes que eso solo lo hace peor y sabrán que lo has negado porque estás con alguien más, por lo que se volverán más insistentes siguiéndote - le digo y Pedri me hace el gesto de pulgares hacia arriba indicandome que está de acuerdo con lo que he dicho.

- Pero no pueden decir lo que quieran y joderme la vida - se queja y lo entiendo.

- Se dedican a eso - le digo resignado.

- No es justo - dice abatido.

- Estas mierdas no van a poder con vosotros - lo tranquilizo.

- Me está llamando tu hermana - me dice aliviado.- Te dejo - automáticamente finaliza la llamada.

Miro a Pedri a mi lado y lo veo con su cara de advertencia porque he metido la pata, pongo mi mejor sonrisa, consigo el resultado esperado cuando él no puede evitar sonreirme de vuelta.

- ¿Cómo le vas a decir que le pediría espacio? - me reprocha.

- Es la verdad - me defiendo.

- Ya, pero no necesitaba que le dijeras eso - me hace reflexionar.- Imagina por un segundo que hubiera sido al revés, tú lo llamas y él te dice eso, ¿cómo te sentirías?

- Como la mierda - admito, entendiendo su punto y sintiéndome culpable.

- Ya está, no te preocupes, tu hermana confía en él, lo tranquilizará.

- ¿Por qué soy así? - digo frustrado.

- Pablo, ya, no es para tanto, te has dado cuenta y estás trabajando cada día para mejorar. Hace unos meses te hubiera costado varias horas darte cuenta. Eres genial y cada día lo eres más - me besa la mejilla y me acerca para abrazarme, yo simplemente me dejo llevar, esperando conseguir que siempre me vea genial.

Se merece intentarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora