48. Miedo

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POV NIA

Carbón se ha adaptado increíblemente bien, está tan contento con su hermano, y no ha habido celos por parte de ninguno. Mis días consisten en salir a correr con los dos, mientras los chicos no se han despertado todavía y se encargan de Keyne. Cuando se marchan a entrenar, Keyne y yo nos pasamos la mañana en la piscina, le encanta el agua. Estoy disfrutando tanto de los días de descanso, me siento completamente desconectada del mundo.

Pedri y mi hermano están en la piscina con Keyne, no sé cual de los tres está disfrutando más, cada día queda más claro que en esta casa nos encantan los niños. Mientras yo estoy dándole un masaje a Ferran en la espalda, tengo que practicar y él lleva varios puntos contracturados, dice que no sabe de qué, pero ambos sabemos que es por toda la preocupación del último mes.

Me suena el móvil, pero llevo las manos llenas de aceite, por lo que solo puedo aceptar la llamada y poner el altavoz, mientras me limpio las manos.

- Nis - escucho la voz rota de Lamine y se me encienden todas las alarmas, cojo el móvil y me lo pongo al oído quitando el altavoz.

- ¿Qué ha pasado? - le digo y escucho sus sollozos de fondo.- Peque, ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

- Mi padre - se le corta la voz de nuevo.- Lo han apuñalado.

Me quedo sin palabras por un segundo, pero luego enciendo el piloto automático, buscando soluciones.

- Mándame ubicación y te paso a buscar - la seguridad de mi voz lo tranquiliza en cierta manera.

- Vale - acepta fácilmente, demostrando que necesita nuestro apoyo.

- ¿Con quién estás? - le pregunto.

- Con mi primo, se lo han dicho a él - me explica.

- Quédate con él, en cinco estoy - digo revisando la dirección que me ha enviado.

- Vale - dice un poco más tranquilo y terminamos la llamada.

Corro hacia la piscina sin notar a Ferran tras de mí y en cuanto me ve mi hermano sale de la piscina corriendo, sin necesidad de decirle nada, Keyne se abraza a Pedri asustado por la salida de Pablo.

- Han apuñalado al padre de Lamine - le digo acercándome para que Keyne no lo escucho, aunque no lo pueda entender no quiero que se asuste más.

- ¿Qué? - mi hermano se queda descompuesto, pero enseguida se va a cambiar a su habitación.- Dame un minuto.

Es entonces cuando noto a Ferran vestido a mi lado con las llaves de su coche en la mano.

- No vas a conducir así de nerviosa y mucho menos tu hermano - me asegura.

- Gracias - no alcanzo a decirle nada más.

Sacamos el coche mientras mi hermano se cambia, me coloco en la parte trasera con los cristales tintados, y mi hermano entra junto a mi, Ferran lleva gafas de sol y gorra lo cual lo hace bastante difícil de identificar.

Casi sin parar el coche ya se está subiendo Lamine entre mi hermano y yo, lo abrazo y rompe a llorar, con la voz entrecortada nos explica lo poco que sabe de lo que ha pasado. Al llegar a casa, llamamos a toda su familia que ya está el hospital y le insisten en que no vaya

todavía, que cualquier cosa le irán informando, no se le puede entrar a ver, lo están operando. El pronóstico es bastante grave, ya que son por lo menos tres puñaladas, dos en el abdomen y una en el tórax, Lamine se rompe todavía más al escucharlo.

Ferran y Pedri se han ido con Keyne al parque de la urbanización para que no vea a su hermano así, por lo que está abrazado a mi hermano, mientras yo llamo a su madre para explicarle lo que ha pasado.

- Se va a coger el primer vuelo de vuelta - le explico a Lamine que ha rechazado hablar con ella porque no puede formar palabras.

Unas horas más tarde, le comunican que ya ha salido de la zona de riesgo y que está mejor, por lo que se queda dormido agotado, tras la promesa de que al día siguiente podrá ir a verlo.

Al día siguiente, los chicos se encargan de todo, Ferran lleva a Lamine al entrenamiento y no lo dejan solo en ningún momento, vuelven a comer y enseguida nos pasan a buscar para ir al hospital. Ya va a haber suficiente prensa y expectación sin necesidad de que aparezcamos conduciendo mi hermano o yo. Entramos por una puerta diferente a la del público para evitar a toda la gente, nos quedamos esperando con la familia mientras Lamine entra a la habitación.

Cuando sale, está mucho más tranquilo, lo ha visto mejor de lo que esperaba, se despide de la familia y nos marchamos. Al llegar a casa, ya ha llegado Sheila y mi hermano les lleva a su casa, dejándonos con una sensación de vacío a todos, esos dos niños se habían convertido en parte de nuestra rutina.

- Cuanto silencio - dice Pedri cuando estamos los cuatro en el sofá.

- Demasiado - se queja Ferran.

- Los voy a echar mucho de menos - admito.

- En unos días volverán a estar por aquí- nos asegura Pablo, pero todos sabemos que de visita no será lo mismo.

- ¿FIFA? - pregunta Ferran y todos nos emocionamos ante la perspectiva.

Carbón le apoya la cabeza a Pedri en la pierna para que le acaricie, consiguiendo que se distraiga y le metemos dos goles seguidos. Se quejan alegando que lo tenemos entrenado para que los distraiga y entre risas volvemos a nuestra rutina. 

Se merece intentarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora