12. Ilusiones

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Pablo se ha ido a Georgia al clasificatorio de la Euro, Pedri sigue lesionado y Ferran sigue sin estar convocado, lo que cada vez le afecta más. Así que me voy a su casa a pasar el fin de semana, hasta el domingo no tengo partido. Pasa a buscarme cuando termina de entrenar, me subo en el asiento trasero que está tintado porque cada vez hay más gente a la salida de la ciudad deportiva con cámaras.

No es la primera vez que estoy en su casa, pero si la primera que voy a casa de un chico para dormir con él. Vemos el partido con Pedri, disfrutando cada minuto ya que el equipo domina el encuentro en todo momento, llegando a marcar siete goles. Los grandes damnificados son Asensio y Olmo que se tienen que retirar del partido lesionados. Ferran le manda una foto a mi hermano de los tres con la camiseta celebrando y mi hermano le contesta: <<Calienta, que sales>>. Por lo que entendemos que se refiere a que la lesión de Asensio pone a Ferran en la lista de convocados, tratamos de no enfocarnos demasiado en eso y cenamos hablando de otras cosas, hasta que Pedri se marcha.

Entro en la cocina donde está Ferran recogiendo la cena y le pregunto:

- ¿Cómo estás? - se gira para mirarme y se queda pensando su respuesta.

- No quiero hacerme ilusiones, pero además si voy, todo el mundo estará esperando que la cague para demostrar que no merezco estar ahí - lo escucho y no me sorprende porque tiene razón.

- Llevas un muy buen comienzo de temporada, eso habla por ti, si te convocan es porque saben que siempre lo das todo - trato de animarlo.

- Si me convocan es porque Asensio se ha lesionado - se queja.

- Pero no has sido tú quien lo ha lesionado, no es tu culpa, es una oportunidad y nadie puede culparte por aprovecharla, él haría lo mismo si fuera a la inversa - le digo.

- Me mirarán con lupa - termina de recoger y se apoya en la encimera.

- Claro que lo harán, como hacen siempre, y siempre verán un fallo, aunque haya también cien aciertos, pero tú estás por encima de eso. Juegas como titular en uno de los mejores equipos del país, gracias a ti hemos llegado muy alto, no permitas que te ganen esta batalla - le digo poniendo mi dedo en su frente.- Siempre habrá alguien mejor, pero de ti depende dar lo mejor de ti.

- ¿Ahora también eres coach motivacional? - me pregunta sonriendo, mientras me agarra de la cintura acercándome a él.

- Podría serlo - le sonrío.

- No tengo ninguna duda, puedes ser lo que quieras ser - me asegura.

Le paso los brazos alrededor del cuello y me acerco, lo beso despacio pero poco a poco vamos subiendo de intensidad, de repente lo oigo gemir entre mis labios y tratamos de acercarnos más, aunque ya no hay ningún tipo de distancia entre nosotros, pero necesitamos más fricción. Así que sin pensarlo demasiado, me impulso y engancho mis piernas alrededor de su cadera, él rápidamente me agarra los muslos para que no me caiga, descubriendo que esta posición nos permite mucha más fricción en las zonas que la necesitamos.

- ¿Habitación? - me pregunta sin separar su boca de la mía y yo asiento en respuesta sin dejar de besarlo.

Nos lleva a su habitación y se sienta en el borde de la cama, permitiéndome quedar a mi sentada en sus piernas, seguimos besándonos y yo no pienso, tan solo me dejo llevar.

- ¿Cómo vamos? - me separo para preguntarle nuestro mantra personal.

- Muy bien - dice mientras sonríe de lado, esa sonrisa me encanta y lo vuelvo a besar.

- ¿Te puedo quitar la camiseta? - le pregunto mientras le beso el cuello.

- ¿Quieres quitarla tú o me la quito yo? - dice con la voz entrecortada.

Se merece intentarloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora