1: Tus ojos... como almendras orientales

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No sabía cual elegir... ambos títulos le gustaban mucho, pero no quería los dos libros, ya que al comprarlos implicaba no leer ni uno ni otro... pasaban los segundos, varias chicas a su lado, le miraban esperanzadas en que les dirigiera una mirada o tan solo para observarle unos segundos.

Y el, parecía no darse cuenta o bien, las ignoraba, pero era imposible pasar desapercibido, su figura se imponía, casi uno noventa de estatura, llevaba puesto un juvenil traje sastre color gris aperlado que ocultaba su cuerpo esbelto pero marcado por algunas horas de ejercicio a la semana...

Su piel blanca luciendo ya un bronceado y sus cabellos eran ondulados color rubio oscuro, usaba unos lentes para corregir su vista, pero ese detalle no le quitaba la belleza a sus ojos, que eran de un color verde intenso enmarcados con unas pestañas largas y sedosas, su nariz era afilada y un poquito respingada, labios delineados y dientes tan blancos como las perlas...

 No había duda alguna... la perfección en un hombre... ¡Así era Adrián Pareshi! con sus veintitantos encima, con una profesión decente, respetable y bien remunerada en el mundo mágico, socio de una compañía de sistemas de red flu y con cadenas de trasladores en varias partes del mundo...

¡De hecho, era una ironía! el acostumbraba a comprar libros por medio de pedidos, pero esa mañana había despertado con el estúpido deseo de los mortales de caminar un poco por esos almacenes, curiosear un poco y tal vez. Comprar algo... y la nueva súper lujosa librería mágica era algo muy inquietante para el, que gustaba de la buena lectura.

Con dos libros en mano, indeciso, seguía viendo otros títulos... no se percató, ni por el mas mínimo interés que... en esos momentos entraban un par de mujeres, Jenny Robinson y Hermione Granger buscando en que entretenerse...

Aunque Jenny no se imaginaba que demontre hacían ahí ya que ella, divertirse, le llamaba a pasar a escuchar música o ver carne fresca enfundada en lindos pantalones, pero una librería... ¡Dios santo! Bueno, olvidaba que estaba con la matada de su amiga Hermione, ama y señora de la buena lectura.

El par de muchachas apenas iban a la mitad de la carrera en el instituto mágico, tenían un poquito mas de veinte, Jenny era una pelirrojo pecosísima, no muy atractiva, alta y flaca, nada que ver con la hermosa Ginny Weasley

Hermione en cambio, tenía el cabello castaño claro y los ojos maravillosamente chocolatosos, labios delgados, una cara en pocas palabras, bonita... era también medianamente alta, igual que su amiga Jenny, pero Hermy por supuesto que era la más matada y le gustaba mucho estudiar…

¡Por eso para ella, diversión era ir a esa librería! Pero no contaba con los precios… Y no es que fuera pobre, pero apenas estaba estudiando y sus padres le daban aún dinero porque no trabajaba y el cambio de un euro a moneda mágica  daba mucho que desear

En ese momento, iban muy bien arregladas, aunque su ropa no era de marca, así que nadie del almacén y sobre todo de la librería, les hizo menos... Hermy comenzó a buscar entusiasmado algún libro interesante, Jenny bostezó y de mala gana reviso algunos autores, pero como era una guarra, veía las portadas, leía los resúmenes y se reía si veían algo gracioso... la castaña solo le echaba sendos ojotes en recriminación.

Comenzaron a avanzar y sin querer, quedaron en la estantería doble, justo donde estaba el indeciso de Adrián, quedando frente a frente, pero ninguno se veía, muy entretenidos, hasta que Hermy, levantó un libro y vio el precio... era algo exagerado para el, mas no para ese tipo de librería...

-¿Sesenta monedas  de plata  por este libro? ¡Ay por favor! ¿Acaso se lee solo? - Exclamó sin pensar, sin bajar la voz y Adrián levanto la vista extrañado por esa actitud tan corriente y medio popular, ahí por lo común, nadie protestaba por el precio de un libro...

Mi Pasión Por La ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora