39: No nombres nunca malos augurios

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-¡Todo tuyo! (^_^) - Sonrió Sidney y Luna puso los ojos en blanco (*_*) ¡Para ser todo un hombre "maduro" como que a veces se pasaba de infantil! Pero volvió a abrazarlo por el cuello y volvió a besarlo con intensidad

Mientras que ahora él era quien deslizaba la ropa de su esposa por su esbelto cuerpo, mientras sus ojos se deleitaban, con aquella femineidad escondida, con aquella pureza natural que solo ella podía irradiar

Y quizás, solo quizás en ese momento, el se sintió dichoso, de encontrar a alguien como ella, quien con su extrañeza, frescura y franqueza, le había demostrado que ella era la mujer que había estado esperando y que quizás por eso a sus más de 28 años, no había entregado cuerpecito ¡No, sorry! quise decir que no había entregado su preciada soltería en pos del matrimonio.

A su vez, las manos de Sidney se movieron tocando la piel de sus hombros y sus brazos con el dorso de sus manos, ella le miraba de modo amorosa, con sus ojos azules con un brillo especial, una tierna sonrisa apareció en sus labios, mientras las caricias se intensificaban

Ella dejó que el experto Sidney hiciera con ella lo que quisiera, entre risas, caricias, amenazas de no salir de la cama hasta cumplir sus exigencias amorosas, en que solo al baño podía ir, que se alimentarían de amor, porque eso era lo único que necesitaban los dos…

Finalmente, toda esa mañana, los dos no salieron de la habitación, ni para comer, y no se como le hizo Sidney para cumplir por tantas horas a su esposa, quien parecía no cansarse nunca de ser amada por su niño malo del cual le gustaba recorrer sus tatuajes una y otra vez

-Que raro que Luna y Sidney no hayan vuelto – Se preguntaba Hermione dejando a Adrien tomando una siesta en su cuna

-Ni un mensaje han enviado – Murmuró Draco

-¿Les habrá pasado algo?

-Anoche se desaparecieron en la fiesta y…

-Hablando de esa fiesta – Se volvió Hermione – Supongo que viste a tus amigas, viejas novias y cosas así…

-Si – se alzó de hombros – Pero las evité… me encerré en el despacho a beber y fumar con algunos conocidos, evitando a esas mujeres

-Ah

-¿Crees que después de tenerte podría fijar mis ojos en otra?

-No lo se… dímelo tú…

-¡Cielos! – Sonrió Draco – Me enloqueces Hermione – Susurró acercándose y oliendo su hermoso cabello castaño alborotado – Eres una diosa del amor

-¿Ya subí de rango? – Sonrió curiosa

-Tengo que… te amo – Susurró mientras besaba sus labios

Ella estaba a punto de perderse en esos labios, esa boca, ese aroma, ese sensual jadeo que él emitía, en las ondas químicas que se desplegaban de sus cuerpos y les exigía una compenetración de sus almas, sus rodillas temblaron, el le rodeó su cintura para evitar que se le escapase

Pero ella se separó y le miró un poco confusa

-¿Qué pasa amor?

-¿Me amas Draco?

-A morir…

-Pero… Draco… tus padres

Si… cuando ella menciono a sus padres, el la soltó y la miró con frialdad, como suelen mirar los Malfoy, se dio la vuelta mientras mecía su espeso y precioso cabello rubio platinado… en su enamoramiento de la castaña, se había olvidado de “ese pequeñito” detalle

Los padres de Draco, se habían ido a vivir a Alemania, en una elegante finca, alejado de la vida mágica londinense, finalmente, de toda su familia, solo les quedaba Draco, que era en quien tenían puestas sus esperanzas de seguir con la estirpe y ni siquiera se habían enterado de todas las cosas que le habían pasado, ya que él solo les escribía lo que quería

Mi Pasión Por La ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora