74: Cuando te comencé a amar

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Pasaba de la media noche... Habían pasado dos días mas...No aguantaba la terrible soledad, al parecer la suerte estaba echada, ella no quería seguir siendo lo que era ahora, quería cambiar ¿Podría hacerlo? caminó por un momento por su lujosa habitación...

Miró por la ventana, hacía frío, el cielo estaba vacío, no había estrellas, todo parecía tan triste y patético, salió por los pasillos, la puerta de la habitación de Luna y Sid estaba entreabierta, se asomó, una lágrima brotó al ver la ternura con la que su hermanastro tenía abrazado a Luna

Caminó hacia la planta baja y el otro cuadro le dio más de que pensar, Neville y Krista acostados juntos en el sillón, envueltos en unas mantas, dormidos, con libros abiertos de Herbología, restos de comida, bebidas, en el balcón notó las muchas plantas que Neville había llevado, todas dormían

Sintió envidia al notar la paz que reflejaba el rostro de Kelly, el modo de abrazar a Neville, acurrucada en su pecho, con toda su dorada cabellera esparcida, supo ella en ese momento, que eran el uno para el otro... En realidad fue un acto casi inconciente el que hacía cuando tomó su gabardina y salió

El frío viento le golpeó el rostro... ¿Que estaba buscando a esas horas? Parada a media calle... luego recordó algo, alzó su varita y de pronto, apareció... el autobús noctámbulo, ella subió y por un momento no supo ni que decir, sobre todo cuando el cobrador le preguntó.

-Al Caldero Chorreante - Masculló y entregó la moneda al muchacho

Cuando se bajo al frente del Caldero Chorreante, se metió y fue directo a la parte posterior, para accesar al callejón Diagon, las calles lucían solitarias, frías, a esas horas todo mundo dormía, procuró alejarse del callejón Knockturn, aunque sería más fácil que la detuvieran a ella por sospechosa

¿Que hacía una señorita como ella por esas calles? ¿Acaso no tenía casa? Krista empezó a temer que era una estupidez, si algo le pasaba, se lo tendría merecido, porque no eran horas, simplemente, no lo eran... pero se aguantó el miedo y sostuvo fuerte su varita

No es que no faltaran los que estaban aún en sus negocios, aunque este estuviera cerrado, pero cuando llegó al frente de la tienda de los Weasley, su corazón se aceleró, el frío le heló más los huesos, no llevaba sus guantes así que sus dedos estaban helados.

Por un momento lo dudó... pero... ya estaba ahí, a la media noche, bueno, casi la una, peligrosamente sola ¡Si ella sabia magia defensiva! Pero nunca había necesitado ponerla en práctica. Pero tenía que entrar, que saber, que comprobar lo que esperaba, sacó su varita y tocó la puerta suavemente, susurrando sortilegios.

Ron abrió los ojos desde su colchoneta, había sentido algo extraño, despertando al instante, claro, lo miraban fijamente desde el umbral, por un momento se quedó quieto ¿Soñaba? pero luego la suave figura lo hizo detenerse, sacó su desluminador, regalo de Dumbledore y lo hizo regresar las luces.

Su asombro llegó a mucho, cuando vio a Krista, mirándolo...

-¿Te pasa algo? - Jadeó levantándose al momento

Ella hizo un gesto de negación, es que le parecía increíble que estuviese buscándolo, en aquel almacén, en donde las bromas chisporroteaban por si solas, algunas se escapaban de sus cajas, y las mascotitas peludas, gruñían en sus jaulas.

-Estás helada - Murmuró Ron al tocarle la mano - ven ¿Quieres algo para beber? ¿Que haces aquí Krista?

Ella lo miró con los ojos llenos, contempló ese rostro pecoso, buscando defectos, era raro, él no los tenía, al contrario, de pronto sus ojos le parecían tan tiernos, su nariz no era muy grande, no como sus labios, gruesos, masculinos, y esos dientes parejos y blancos.

Mi Pasión Por La ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora