Cap 8 "Padres biológicos"

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Ella se quedó frente a mi y pude detallar mejor su rostro. Era una mujer sin dudas muy hermosa, y lucía joven aún, podía ser unos 25 años más o menos. Vestía kimono de sacerdotisa, y chancletas en sus pies.

Su arco era más fino que el mío, y fue cuando recordé que el mío se hizo añicos, no soportando la potencia de mi último ataque. Sus ojos eran azules, con un tono claro como los míos y sus facciones eran muy finas, era como mirarme en un espejo.
Su cabello también era negro.

Detrás de ella apareció un hombre que tenía pinta de ser mucho mayor que ella pero no anciano ni de edad súper avanzada. Sus ojos eran de un color entre dorado y naranja, como si fuese un pequeño atardecer recogido en cuencas esféricas. Su cabello era ya plateado, aunque aún se notaba la sombra del castaño que adornaba su figura en otros tiempos. Tenía orejas y cola también, podía sentir un inmenso poder emanando de él, pero se parecía bastante a lo de los monstruos que exterminé hace un rato, aunque no tan flojo. Curiosamente como el mío, pero más... ¿Complejo?

Ya podía controlar mejor mis poderes, era mejor eso que nada. Caminé dos pasos hacia atrás desconfiada...
- ¿Quiénes son?
- Helen...

Ok, eso era raro. Me quedo unos segundos a la defensiva.
- ¿Cómo es que sabes mi nombre?

La mujer se acercó hasta envolverme en sus brazos y sentí una calidez enorme. Era como estar en brazos de mi madre... Se sentía tan bien que me relajé dejando de parecer amenazadora.
- Mi pequeña, como has crecido - dijo ella.
- Eri, así no cariño, tienes que contarle todo, la vas a confundir más.

Frunzo el entrecejo, no comprendo nada. Sus palabras eran como una madre que recibe a su hija después de años de desaparecida.
- Ven, síguenos - habló él.
- ¿A dónde? - pregunté poniéndome nuevamente a la defensiva.
- Tranquila, te explicaremos todo. Solo síguenos. Nada malo va a sucederte. Te garantizo eso.
- Bien, pero como sea una trampa le cortaré la yugular a los dos - sentencié.

Él sonrió y me guió hasta una cabaña.

Tardé unos segundos en entrar pero decidí hacerlo. Era todo tan primitivo, pero se veía cómodo, humilde.

Ella se sentó a preparar comida y él me extendió una cobija para que me cubriese. Lo hice después de olfatearla y sentir un particular olor a demonio pero más fino.

Estuvo hablándome un rato y me comentó acerca de ellos.

Sus nombres son Adlet y Eri, ella es humana, aunque ya lo suponía. Sin embargo la tamaña dimensión de su poder espiritual es gigantesco.

Él era como yo, tenía cola y orejas, solo que color grises. Es un gato demonio, y era el jefe de la raza.

Aunque por lo que pude entender de una larga charla histórica acerca de su origen, corrección: nuestro (porque tengo la impresión de que si pertenezco a algún sitio en este mundo es a ese clan), fue destituido, o más bien echado de su puesto por casarse y tener un idilio con una mujer humana: Eri por supuesto.

- Entonces ustedes son una pareja. Se ven bien juntos - dije halagando su situación matrimonial un poco más relajada ya.
- Así es - dijo ella tomando la palabra - también tuvimos dos hijas, las cuales hasta ahora estaban perdidas.

Eso me sorprendió, ¿Hijas? ¿Ambas perdidas? Debieron haber sufrido mucho.
- Eso ha de ser muy fuerte para ustedes, lo siento mucho.
- No te disculpes. Al menos ya encontramos a una - sonrió ella.
- ¿Ah sí? - pregunté con curiosidad.
- Sí - asintió Adlet - tú eres una de ellas. La mayor para ser exacto.
- ¡¿Yo?! - digo completamente impactada.
- Así es. Eres nuestra hija mayor, cuando eras pequeña te perdimos en la huida para salvarte. Al ser una especie de híbrida con poderes espirituales temían tu poder y por ello querían exterminarte. Tu madre y yo no podíamos permitirlo - explicó él - escapando te perdimos cuando se abrió un portal y aunque un sirviente mío que ha sido leal intentó recuperarte era como si hubieras desaparecido de la estratósfera terrestre, o en un tiempo completamente diferente.
- Tiene sentido - asiento - yo vengo de un futuro, un tiempo completamente diferente a este. Ya no es todo tan primitivo, y los seres sobrenaturales no existen, también es complicado encontrar sacerdotisas con grandes poderes como Eri - sonrío - o gatos demonios que son capaces de transformarse de manera parcial. Todo ha cambiado, ha evolucionado.

Adlet asintió - sí, me esperaba algo como eso. En una visión tú madre fue capaz de ver la destrucción de todo este mundo como lo conocemos ahora, supongo que dió paso a la civilización que tú conoces.

Asentí a la explicación y después de pensarlo un rato y tomar del té que me había extendido Eri hace unos instantes, frunzo el entrecejo y pregunto:
- Mi hermana - digo llamando la atención de los dos - habéis dicho que tuvisteis dos hijas. Una soy yo, ¿Dónde está la otra? ¿Mi hermanita?
- Eso por desgracia aún no lo sabemos. No hemos podido encontrarla.
- ¿No puedo intentarlo yo?
- Es muy arriesgado, no conoces ni siquiera su olor u apariencia y te perderías rápido al no conocer este mundo. Es mejor que no, tu padre y yo seguiremos buscando, descuida, la encontraremos - dijo Eri tranquilizante.

El dolor debe ser inmenso, ya que yo no conozco a mi hermanita y siento la necesidad de encontrarla y conocerla. Quiero conocer mi origen, de donde provengo, conocer todo lo que me he perdido durante años.
- Bueno yo... Necesito regresar a ese tiempo, tengo que desaparecer mi existencia de ese sitio si es que quiero comenzar de 0. Aparte, hice muy buenas amigas, es una lástima que tenga que dejarlas atrás - respondí con melancolía - pero exponerlas a esta "nueva realidad" no es una opción.
- Está bien, nosotros prepararemos todo para tu regreso y continuaremos en busca de tu hermana.
- Un momento, ¿Cómo voy a regresar? - pregunto completamente impactada.

¿Ahora qué? No tengo idea de como regresar. Me desordeno el cabello con la mano como parte de mi frustración.

En ese momento miré el colgante que llevaba al cuello, el cual estaba brillando. Una pequeña brisa se arremolinó a mi alrededor, se sentía cálido.
- Tienes que pedirlo, como mismo hiciste para llegar hasta aquí. Esa es la forma de regresar - dijo Eri.
- Ten mucho cuidado.

Asentí con la cabeza y volví a juntar mis manos para pedir en silencio y una luz brillante color rosa me transportó de vuelta a la época en la que pasé 16 años de mi vida adolescente.

"Mi secreto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora