Narra Helen:
La piel se me puso de gallina mientras sujetaba la herida, manchándome la mano de sangre. En otro momento hubiera contando hasta 100 para no ponerme histérica por la herida pero ahora... Ahora quería morirme sinceramente.Consideraré seguirle el paso a Julieta, me suicidaría... Por una persona a la que amo mucho...
“Al menos es digno morir por el miedo que tenías de que llegara este momento a morirte por la increíble estupidez de no fijarte en si respira. Estúpido Shakespeare.”
«Cállate Yumeko, no es el momento para que me recuerdes exactamente de qué iba esa tonta obra. ¿Y tú cómo sabes de eso?»
“Hello, viví 16 años encerrada en el cuerpo de una estudiante que daba aburridas clases de literatura.”
«Santa madre, hasta del nombre de la asignatura te acuerdas. Das miedo.»
Ella rodó los ojos, y yo volví a concentrarme en lo que sucedía.
Frente a mi estaba Raku, pero no era él exactamente... Esto era como revivir la ocasión en la que la Polímera me envió a ese... ¿Sueño? O lo que fuera. Pero ahora daba más miedo.
Su sonrisa no era para nada normal, a pesar de ser pequeña, casi que imperceptible. Su cabello parecía ligeramente más largo aunque igual de color negro. Sus ojos ya no eran azules, eran negros, por completo, carecían de pupilas...
Su expresión estaba seria, y muerta.
En su mano sostenía la espada que llevaba en la cintura, de hoja fina pero reluciente, por lo que se podía decir que estaba muy afilada. Perfecta para combates cuerpo a cuerpo.
Trago en seco, y siento el nudo aumentar en torno a mi garganta.
Ayumi y Kaira que habían quedado espalda con espalda, me observan de vez en cuando, sin atreverse a decir nada, pero las conocía demasiado bien como para decir que estaban en completo estado de shock mientras se defendían de sus "dobles" oscuros.
Roy había perdido muchas fuerzas y Lin lo sujetaba, no sé qué diablos habían hecho pero se habían librado de sus iguales sombríos.
Puedo ver como Azura se acerca a Raku y envuelve sus brazos alrededor de su cuello. Él gira ligeramente su cabeza para mirarla mientras le devuelve el beso que ella le dió.
“Oh oh”
«Ni digas nada»
Advertí a Yumeko, sabiendo que su reacción no era para nada alentadora y francamente estar viendo como mi novio se deja meter la lengua hasta la garganta por esa tipa lo era aún menos.
Los observé, con la rabia recorriéndome de arriba a abajo, con la mirada escrutadora de pánico y shock de las chicas tras de mi. El aire empezaba a faltarme... La respiración se me entrecortaba y el brazo que tenía herido se tensaba ligeramente.
Me traqueteo los dedos, uno a uno, buscando e implorando paciencia...
Una que no conseguía encontrar...
Silencio...
Eso era lo único que había en el lugar a excepción de los asquerosos sonidos de ese beso infame.
- Listo, se acabó este estúpido jueguito, no pienso aguantar más - pienso mentalmente... Completamente cabreada a un nivel en el que ni yo misma podía asegurar que sucedería.
“Helen...” - bramó, intentando tantear el terreno.
- Cállate - contesté fríamente a Yumeko antes de clavar mi mirada en esos dos.
Clavé mis uñas en el interior de la herida, estaba tan rabiosa que ni siquiera sentía el dolor.
De los labios de mis amigas escapó un quejido de sorpresa y lastimero. Mi expresión solo se endureció más, y no pude aguantar más la ira.
Solo sentí como el brillo del Rubí Rosa se extendía logrando que un aura se apoderara de mi. Mi cabello se movía incesantemente y un gruñido salía de mis labios sin vacilación alguna antes de extender mis garras frente a mi y usarlas en una cruz con líneas diagonales que por la precisión del viento les llegó de cerca.
Azura recibió unos cuantos cortes en el brazo y las piernas, Raku logró protegerse con la espada aunque algunos rasguños se llevó en la pierna.
- Maldita - gritó Azura.
- Y te callas - sentencié con tono frío y pude ver como se sorprendió por mi tono tan carente de emociones hacia ella.
Mi mirada se dirigió hacia Raku y pude ver como sujetaba la espada frente a sí mismo, dispuesto a atacarme. Fuera de todo control sobre mis emociones, no podía sentir nada que no fuera un inmenso odio... Y una agónica tristeza.
La pulsera se había coloreado de negro y al tomarla en mis manos se transformó en una espada gigante de hoja negra, gruesa, afilada, puntiaguda y nada liviana. Para irse contra mi, había que pensárselo dos veces.
Sin embargo ambos estábamos en nuestro peor momento: odiándonos, descontrolados...
Nos lanzamos al ataque, las espadas se blandían y evitaban el ataque de la una contra la otra. A pesar de que la espada rechinaba a cada rato cuando se prendaba de la mía el sonido chirriante no le impidió mirarme.
- ¿Por qué tanto odio princesita?
- Cierra la boca, miserable insecto asqueroso.
- ¿Miserable? ¿Asqueroso? - dijo, en tono dudosamente sarcástico, manteniendo su espada contra la mía - no recuerdo que pensaras que era tan asqueroso cursi princesita.
- ¿Te quieres callar? Porque te juro que a pesar de que estoy consciente de que no eres tú, me causas muchas cosas. Jamás pensé que podría llegar a odiarte.
- Ay, como duele. Buen intento lográndolo.
Con mis garras ataco a su hombro izquierdo, desgarrando su ropa y la parte de arriba, dejándolo en carne viva y un chorro de sangre.
Estaba fuera de mi, pero no podía controlarlo. No podía, no me sentía yo misma. Tenía ganas de ver su sangre correr, y prefería matarlo con mis propias manos a ver como se besa con esa bruja del infierno.
Tampoco sabía porque en vez de intentar matarla a ella estaba enfrascada en causarle daño al amor de mi vida, pero, bueno o malo, acción repulsiva o no, jamás había sentido tal sabor amargo en la lengua... Ni mucho menos tantas ansias de matar, de destrozar una vida, de sentirme el monstruo incontrolable y megalomaníaco.
Los ataques continuaron, nos movíamos con más agilidad, era increíble ya que el seguía siendo un humano y sus habilidades deberían ser inferiores a las mías.
“Te estás pasando Helen, le vas a hacer daño”
«Cierra la boca Yumeko, solo cállate.
“Pero... Pero...”
«¡Que te calles te digo!»
Estaba tan ofuscada por la realidad que no me percataba de nada ni quería hacer caso a nada más. Esto era lo que Azura quería y yo se lo estaba dando en bandeja de plata, la oportunidad de verme sufrir, desesperada, humillándome.
De aquí solo salen dos cosas: o lo mato a él y me quedo por la eternidad con el cargo de conciencia, o él me mata a mi y se acabó todo.
¿Qué sucederá primero?
Repetía mi subconsciente a modo de tortura y castigo para la parte más racional de mi mente, en cambio para esta nueva faceta de mi, era lo que necesitaba, un incentivo para matar.
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"Mi secreto"
Teen FictionDos épocas diferentes y una misma vida, una misma existencia. ¿Será solo un secreto? ¿O serán más de uno? Viajes en el tiempo, una venganza, un viaje destinado a ser realizado... Dos hermanas, dos amores, un imperio por conquistar, un reino por re...