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Después de aquel extraño intercambio de mensajes con Marcela, no podía dejar de pensar en el hecho de que su papá tenía mi número. ¿Por qué me habría escrito? Pero justo cuando estaba sumergida en estos pensamientos, mi celular vibró nuevamente. Era un mensaje de Richard.

—Hola, Jessi. Solo quería disculparme si te incomodé al escribirte. No fue mi intención.

Suspiré aliviada. Al menos no parecía ser algo grave. Pero, ¿por qué ese nerviosismo? Era solo el papá de mi mejor amiga, ¿no? Sin embargo, había algo en la forma en que se disculpó, algo que me hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Quizás era simplemente porque Richard era... Richard. Tan distinto a cualquier otro adulto que conocía. Tan joven, tan cercano, y sí, tan atractivo.

—No te preocupes, Richard. Solo me tomó por sorpresa. Pensé que habías conseguido mi número por error.

Lo siguiente que ocurrió me dejó con más preguntas que respuestas. Richard me envió un pequeño gif de un perrito moviendo la cola y un "😊". Una sonrisa se dibujó en mis labios, pero al mismo tiempo, sentí mi corazón latir un poco más rápido. ¿Estaba coqueteando conmigo? No, no podía ser. Era solo Richard siendo amable, como siempre.

Intenté no pensar mucho en ello y me enfoqué en mis tareas del día, pero en el fondo, ese simple intercambio se quedó rondando en mi mente.

Más tarde, en la escuela, Marcela notó que estaba distraída.

—Ey, Jessi. ¿Todo bien? ¿Estás pensando en lo de ayer?

La miré, considerando si debía contarle. Después de todo, era mi mejor amiga, y en cierto modo, la situación le concernía a ella también.

—Sí... un poco. Pero creo que fue más la sorpresa del momento. Tu papá se disculpó esta mañana, y no sé... fue raro, pero... ¿sabes? Como que no puedo dejar de pensar en eso.

Marcela se me quedó viendo fijamente, sus ojos curiosos buscando alguna señal en mi expresión. Luego, su rostro cambió a una mezcla de diversión y sospecha.

—Espera, espera... ¿estás segura de que no es algo más?

Sentí cómo mis mejillas comenzaban a calentarse. ¿Era tan evidente?

—No digas tonterías, Marce. Solo... no sé, fue diferente.

Ella rió suavemente y me dio un pequeño empujón en el brazo.

—Solo te advierto, Jessi. Mi papá puede ser joven, pero sigue siendo mi papá.

Ambas reímos, aunque en el fondo, sabía que esas palabras quedarían en mi mente. ¿Qué estaba pasando conmigo? Nunca había visto a Richard de esa manera, pero algo había cambiado. Solo esperaba que no fuera algo que complicara las cosas.

Cuando la campana sonó y nos preparamos para ir a casa, revisé mi celular una vez más. Nada de Richard, lo cual, extrañamente, me decepcionó un poco. Pero a medida que caminábamos hacia la salida, vi su auto estacionado a lo lejos. Mis ojos se encontraron con los suyos por un breve segundo, y, de nuevo, ese cosquilleo volvió. Richard me saludó con una sonrisa antes de concentrarse nuevamente en su celular, y fue en ese instante que me di cuenta de que esto apenas comenzaba.

Lo que sea que fuera este sentimiento, necesitaba manejarlo con cuidado. Marcela era mi mejor amiga, y lo último que quería era causarle algún problema. Pero, mientras me subía al bus y miraba por la ventana, no pude evitar preguntarme: ¿qué pensaría Richard al respecto?

El papá de mi amiga. Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora