El segundo día en casa de la abuela amaneció con el aroma a chocolate caliente y arepas frescas. Me levanté con energía, sintiendo que el peso de los últimos días se estaba desvaneciendo poco a poco. Bajé las escaleras con una sonrisa, dispuesta a disfrutar de cada momento.Mi abuela ya estaba en la cocina, moviéndose con la agilidad que siempre me sorprendía. A pesar de sus años, parecía tener más energía que yo, y su buen humor era contagioso.
—Hoy pensé que podríamos ir al mercado —me dijo mientras me servía una arepa—. Quiero que me ayudes a elegir algunas cosas para el jardín. Y después podríamos hacer una torta, ¿qué te parece?
Asentí emocionada. Siempre había disfrutado de esas pequeñas actividades con mi abuela, y el mercado del pueblo era un lugar lleno de vida, donde todos se conocían y los vendedores siempre tenían una sonrisa en el rostro.
El paseo al mercado fue como retroceder en el tiempo. Las calles empedradas, las casas de colores y el bullicio de la gente vendiendo sus productos me hicieron sentir como si estuviera en otro mundo, lejos de las complicaciones de mi vida en la ciudad. Mi abuela conversaba con cada vendedor como si fueran viejos amigos, y yo me dejé llevar por la simplicidad de todo, sintiendo que, al menos por un rato, podía dejar de lado mis preocupaciones.
De regreso a casa, pasamos la tarde en el jardín, plantando flores y riéndonos de las historias de mi abuela. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y por primera vez en mucho tiempo, no sentí la necesidad de revisar mi teléfono o pensar en lo que había dejado atrás.
Por la noche, después de una deliciosa cena, me encontré nuevamente en el porche, pero esta vez con una sensación de tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo. Miré las estrellas, sintiendo que tal vez, solo tal vez, podía encontrar la paz que tanto necesitaba.
La semana pasó rápido, pero cada día en casa de la abuela fue un regalo. Me sentía más ligera, más en paz conmigo misma. Y aunque sabía que eventualmente tendría que regresar a la realidad, por ahora, estaba agradecida por este respiro, por la oportunidad de reconectar conmigo misma y con lo que realmente importaba.