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El día había comenzado como cualquier otro. Las clases se arrastraban lentamente, y mientras miraba por la ventana, no podía evitar pensar en Alex. Desde que lo conocí, algo había cambiado dentro de mí. Su vibra de chico malo y la emoción de lo desconocido me tenían intrigada. No podía esperar para verlo de nuevo, pero al mismo tiempo, una pequeña parte de mí estaba inquieta.

Al final del día, mientras salía del colegio, mis ojos buscaron instintivamente a Alex. Y ahí estaba, apoyado contra su moto, con esa actitud relajada pero segura que lo hacía destacar. Sentí mi corazón acelerar. Él me sonrió y me hizo una seña para que me acercara.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté, tratando de sonar casual, aunque por dentro estaba un poco nerviosa.

—Pensé que sería divertido sorprenderte —respondió con una sonrisa juguetona.

Antes de que pudiera decir algo más, escuché una voz familiar detrás de mí.

—¿Qué haces aquí, Jessi?

Me giré para ver a Richard. Su expresión era seria, su ceño fruncido. Algo en su mirada me hizo sentir incómoda. Me tensé.

—Solo estoy hablando con un amigo —respondí, tratando de sonar indiferente.

Richard no parecía convencido. Dio un paso hacia nosotros, ignorando a Alex.

—¿Es este el chico con el que andas últimamente? —preguntó, su tono más afilado de lo habitual.

—Richard, por favor, no empieces. No te debo explicaciones —le dije, cruzando los brazos.

—No es sobre explicaciones, Jessi. Es sobre sentido común. —Su voz sonaba dura, y pude sentir la tensión en el aire.

Alex, que había estado observando en silencio, dio un paso adelante, interponiéndose entre nosotros.

—Oye, relájate. Solo estamos hablando, ¿vale?

Richard lo miró con desdén.

—Tú no tienes nada que ver aquí. Este asunto es entre Jessi y yo.

—No, Richard —dije, interrumpiendo antes de que las cosas se salieran de control—. Alex no tiene nada que ver con esto. Él solo es mi amigo. Y tú... solo eres el papá de mi mejor amiga. No tienes por qué meterte en mi vida.

La dureza en mis palabras lo sorprendió, lo noté en su expresión. Por un momento, pareció querer decir algo, pero se contuvo. Su mirada se suavizó, aunque aún podía ver la preocupación en sus ojos.

—Jessi, solo quiero asegurarme de que estés bien —dijo finalmente, su voz un poco más baja, pero todavía firme.

—Estoy bien, Richard. De verdad. Ahora, ¿puedes dejarnos en paz?

Me miró un segundo más antes de suspirar y asentir. Dio un paso atrás.

—Está bien. Pero si necesitas algo, sabes dónde encontrarme.

Sin decir más, se alejó hacia su auto. Observé cómo se iba, sintiendo una mezcla de alivio y culpa.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Alex, mirándome con curiosidad.

—Nada importante —dije, sacudiendo la cabeza—. Richard solo es muy cercano a la familia de mi mejor amiga. A veces, se toma las cosas demasiado en serio.

Alex me observó por un momento, luego sonrió y se encogió de hombros.

—Bueno, si es así... ¿quieres ir a dar una vuelta en la moto?

Asentí, tratando de dejar atrás el incidente con Richard. Me subí a la moto, sintiendo el rugido del motor bajo mis piernas, y dejamos el colegio atrás, sumergiéndonos en la libertad del momento.

El papá de mi amiga. Richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora