Una cena, nada más
Al fin, decido ponerme el vestido negro que me sugiere mi amiga. Me maquillo muy poco y decido dejarme el cabello suelto, alborotando mis risos con mouse y crema para peinar; me pongo mis sandalias negras de tacón de 10 centímetros y la imagen que me devuelve el espejo de cuerpo completo me gusta mucho. Me tomo una foto que le mando a Marce, su respuesta no tarda mucho en llegar.
> Marce> ¡Wow! ¡Que perris mi amigaaaaa!
> María> ¿No es demasiado?
> Marce> Para nada. Te vez muy guapa y sexy.
> María> Mañana te cuento que tal me fue.
> Marce> Pásala bien. Deja que fluya
> María> Besos
Agarro mi pequeño bolso que está en el sillón, salgo de mi departamento y me subo al coche. Llevo tiempo suficiente, así que manejo despacio al lugar. Rápidamente encuentro estacionamiento muy cercano a la entrada del local. Sin bajarme del coche, le envío un mensaje a Armando, para avisarle que ya llegue. Me indica que me acerque a la entrada, el ya se encuentra ahí.
Vestido con un pantalón beige casual y una camisa blanca con los botones superiores desabrochados y mangas arremangadas a tres cuartos, que le queda como guante a su esbelto cuerpo, se ve muy guapo. La barba es como de un día o dos, pero perfectamente bien delineada. Me gusta lo que veo. Al verme, me da un repaso y alza las cejas sorprendido de la imagen que ve.
Me acerco a él y lo saludo con un beso en la mejilla.
- ¡Wow Mari!. Estas preciosa.
- Gracias, tú también te vez muy guapo - Y vaya que si esta guapo.
- Bueno, pues. Entremos
Me da el paso y pone su mano en mi espalda baja. Hace una ligera presión. Una chica, que hace las funciones de hostess, nos indica nuestra mesa que se encuentra al fondo de la planta baja del local. Él, como todo un caballero, me recorre la silla y la empuja hasta que estoy bien acomodada. Después toma asiento a mi derecha un poco más cerca de lo que a mí me parece cómodo.
- Me alegra que estes aquí - Me lo dice con una sonrisa amplia.
- A mi también. Gracias por la invitación.
- Gracias a ti por aceptarla - Toma mi mano que descansa sobre la mesa. Su mirada es intensa, me pongo un poco nerviosa - La vamos a pasar muy bien.
En ese instante llega el mesero que nos va a atender.
- Buenas noches señorita, señor Cantoral. Mi nombre es Daniel y voy a atenderles esta noche.
- Muchas gracias, Daniel. - Le respondemos al unísono.
- ¿Quieres tomar una copa, primero? - Me pregunta Armando.
- Si. Se me antoja una margarita tradicional. - Armando me mira divertido
- Va a ser una margarita tradicional, para la señorita, y para mi un whisky honey en las rocas. Por favor.
- En seguida traigo sus bebidas. - Daniel se retira y siguiendo el camino por el que va, aprovecho para escanear el lugar y me doy cuenta que la mirada de varias de las mujeres que se encuentran ahí se dirigen al hombre que tengo a mi lado. Y no es para menos, la verdad es que si llama la atención.
El lugar es de dos plantas, muy amplio. La decoración es en colores oscuros, madera y luz baja. Las mesas tienen en el centro una lamparita con luz amarilla, lo que le da a las mesas ese toque de intimidad y calidez. De frente a nosotros se encuentra una escalera de madera que da acceso a la planta superior y baños.
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Más Allá del Juego
RomanceMás allá del juego ¿Quién dijo que el divorcio es el fin del mundo? María, una empresaria de 37 años con dos hijos, te demostrará que es solo el comienzo de una montaña rusa de risas, sarcasmo y segundas oportunidades. Acompáñala mientras malabarist...