25 Regresando a la realidad

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María

El aroma a carne a la parrilla inundaba el pequeño restaurante familiar donde Dante, nos había invitado a cenar. Leo, Nico y Andrés devoraban sus hamburguesas entre risas y anécdotas del viaje, salpicando la conversación con detalles que hacían que Dante arqueara las cejas, divertido.

—Y entonces, ¡mamá le dijo sus verdades a la señora Suemy! —exclamó Leo, con la boca llena de papas fritas.

<<¡Que carajo! ...>>

Dante me miró, una sonrisa bailando en sus labios.

—¿Ah sí? ¿Y qué verdades fueron esas, María?

Sentí que me sonrojaba ligeramente. —Nada importante, ya sabes cómo exageran los niños.

Maldita sea. A cual de las veces de las que le cante el precio a la tonta esa se refieren los niños. Marce, en vez de apoyarme, se atraganta con la hamburguesa doble que se está tragando.

Pero mientras los chicos seguían con su relato, mi mente vagaba. Veía a Dante frente a mí, su rostro familiar y querido, y no podía evitar compararlo con Rafael. Donde Dante era suave y conciliador, Rafael era todo fuego y pasión contenida. No pude evitar pensar ¿Cómo sería mi vida en este momento si hubiéramos seguido casados?

No es que quiera regresar a una relación con él. Estoy convencida de que, como matrimonio, fuimos un desastre, pero como amigos somos muy buenos, lo que nos hace funcionales como papás. Y eso es lo que realmente me importa.

El recuerdo del beso con Rafael vuelve a mi mente, al instante siento un cosquilleo en el estómago.

Y luego estaba Pablo. Su mensaje seguía sin respuesta en mi celular, una promesa de algo más sencillo, menos complicado. Suspiré internamente. ¿Cuándo se había vuelto mi vida tan enredada? Hasta hace unas semanas ni una mosca me volaba cerca, y ahora, tengo a un toro loco que se pondrá a bufar, seguro, si se entera del mensaje de Pablo... Pablo, es guapo, gentil y su cercanía es cómoda. No hay tensión, no hay este sube y baja de emociones, en resumen, no tengo que estar con la capota a la expectativa de a ver a que hora se me deja venir el toro encima. Pero soy honesta, la verdad brilla por si sola, no me siento atraída de forma sexual por él.

—¿Todo bien? —la voz de Dante me sacó de mis cavilaciones.

—Sí, solo... cansada del viaje —mentí, ofreciéndole una sonrisa que no llegó a mis ojos.

En vista de que todos estábamos molidos, la cena fue breve. Al terminar, dejamos a Marce y Andrés en su casa y los niños pasaron por ropa y otras cosas para pasar lo que resta del fin de semana con Dante. A mi me dejan en mi casa y soy la más feliz del mundo.

Una vez, bañada, con una taza de café en mis manos y echada en mi sillón, me acuerdo del mensaje pendiente de Pablo. Me decido a contestarle pero dejando todo neutral.

>>¡Hola Pablo! Gracias por tu mensaje. El viaje fue intenso pero divertido. Me encantaría charlar sobre tu propuesta. ¿Qué te parece si nos tomamos un café la próxima semana?

Su respuesta no tarda en llegar

>>Me parece perfecto, María. Estoy ansioso por verte. Besos y descansa.

>>Tu también descansa.

¡Dios Santo! Se a que propuesta se refiere y me tensa sólo de pensar en tocar el tema. ¡Ya basta! Por ahora, quiero olvidarme de todo y desconectar mi cerebro, así que Netflix, ahí te voy.


Rafael

La oficina de Manuel olía a café recién hecho y a los años de amistad que los unían. Rafael observó las fotos en la pared: él, Juan Carlos y Manuel de niños, cubiertos de lodo después de un partido; adolescentes en su graduación; adultos en la inauguración del colegio. Tantos recuerdos, y ahora esto.

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