28 Reunión de mierda

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28 Reunión de mierda

El pasillo que llevaba a la oficina del director parecía más largo de lo habitual. O tal vez era el peso de la anticipación lo que hacía que cada paso se sintiera como si estuviera caminando por arenas movedizas. Marce y yo llegamos juntas, encontrando a Priscila ya sentada, su postura tan rígida que parecía haberse tragado una escoba. Al vernos, se removió de forma incomoda en su asiento y su mirada viajó instantáneamente a la puerta de la oficina de Rafael, oficina contigua a la del director.

La saludamos de beso en la mejilla y también a la señora Pati, que ya nos conocía muy bien, ya que era seguido vernos por ahí.

La señora Pati, la eterna asistente del director, siempre amable y pendiente de las personas que llegaban a buscar a su jefe, nos ofrece, muy amablemente, unas botellitas de agua. Gesto que rechazamos marce y yo de manera educada.

— Muchas gracias, señora Pati, pero mejor nos esperamos. Capaz y allá adentro nos dan ganas de hacer pipí y que oso – Marce con su estilo siempre haciendo reír.

—En eso tienen razón, muchachas.

Nos sentamos junto a Priscila, dispuestas a hacerle plática, ya que la veíamos muy nerviosita.

—¿Cómo estas? ¿Qué tal el fin de semana? – Le preguntó Marce a su estilo casual.

Antes de que Priscila pudiera responder, la puerta de la oficina de Rafael se abre. Y como si me pegaran un par de cachetadas a mano limpia en la cara, de ella sale Suemy, arreglándose discretamente la blusa.

El tiempo pareció detenerse.

<<Hijo de la chingada>>

<<Putañero>>

<<Zorra>>

Pude sentir la tensión en el aire, tan espesa que casi se podía cortar con un cuchillo. Ahora sé por que estaba tan nerviosita la pelinegra. Suemy, al vernos, esbozó una sonrisa sutil y afilada, casi imperceptible.

—Oh, hola chicas —dijo con falsa inocencia—. Buenos días.

La muy perra se atreve a saludarnos de beso y todo a Marce y a mí. Yo no le quito los ojos de encima a Rafael que se encuentra detrás de ella parado sobre el umbral de la puerta. Su rostro, por una fracción de segundo, muestra una mezcla de sorpresa y... ¿culpa?, después se recompone, adoptando una expresión seria, con la mandíbula tensa y que no expresa nada. Nuestras miradas se cruzaron y pude sentir cómo se me helaba la sangre.

La señora Pati, atenta a todo el numerito. Mira todos de hito en hito. No se le escapa nada a la santa señora.

El momento del infierno lo rompe la voz potente y alegre del Director del colegio, Manuel, saliendo por la puerta de su oficina para darnos la bienvenida. Nos invita a pasar a todos los presentes. Marce, Priscila y Suemy se adelantan. Yo trato de no quedarme atrás, pero Rafael alcanza a jalarme del brazo.

—María, yo... —comenzó Rafael, pero lo corté con una mirada que podría haber congelado el infierno.

—Ahórratelo, cabrón—dije, mi voz tan fría como el Ártico. De un jalón me safo de su agarre y me meto a la oficina, buscando el lugar más alejado posible.

No pude ver la expresión de la señora Pati, pero estoy segura que me escuchó. Ni pedo. Espero que sea discreta, si no, ya valió madre y es un temita más con el que tendré que lidiar.

Entramos a la oficina del director Manuel como un desfile de tensión y resentimiento mal disimulado. Juan Carlos ya estaba allí, y pude ver cómo sus ojos se movían de Rafael a mí, captando inmediatamente que algo andaba mal. Su expresión cambió de confusión a preocupación en cuestión de segundos.

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