15 La pipa de la paz

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15 La pipa de la paz


La noche era tranquila, el jardín se veía apenas iluminado por las luces suaves alrededor de la alberca. La brisa era fresca, y el único sonido que se escuchaba era el suave murmullo del agua. María, recostada en uno de los camastros cercanos a la alberca, estaba en su propio mundo. Tenía su celular conectado a los auriculares, dejando que la música la envolviera mientras tomaba pequeños sorbos de vino tinto. Claro, nadie tenía por qué saber que el "café" que llevaba en su termo era en realidad vino, pero había algo divertido en la pequeña travesura.

Respiró profundo, disfrutando de la calma, cuando de repente escuchó pasos suaves detrás de ella. Sin necesidad de voltear, ya sabía de quién se trataba. Rafael era experto en moverse sin ser detectado, pero después de tantas interacciones, María había aprendido a captar su presencia antes de que él dijera una palabra.

-Vaya, vaya. ¿A caso te portas mal otra vez?, María -dijo Rafael, con su tono usual de sarcasmo, acercándose al camastro con un termo en la mano.

María sonrió, sin abrir los ojos, y levantó su termo con elegancia.

-Sí, nada como una buena taza de... café para relajarse después de un día tan largo, ¿no crees? -respondió, con el mismo tono divertido.

Rafael se sentó en el camastro al lado de ella, dejando escapar una sonrisa, mientras daba un sorbo a su propio termo.

-Oh, claro, café, lo mejor para cerrar la noche. Aunque el mío tiene un toque especial... un poco más amargo, si sabes a lo que me refiero -dijo, alzando ligeramente el termo y guiñando un ojo.

María lo miró de reojo, sin poder evitar soltar una risa suave.

-¿Amargo? Eso suena... fuerte. Para ser un expreso es bastantito, a menos que no quieras dormir toda la noche. Porque, me imagino que a eso te refieres con "amargo", ¿No es así? -respondió.

Rafael rio por lo bajo, sabiendo que el juego de palabras habitual había comenzado.

-Digamos que si. Es un gran expreso con sabor a cebada. Sólo que muy muy frio y delicioso. - Le da un sorbo ocultando su sonrisa. - Ya confiesa ¿Qué estas tomando?

-Café, ya te lo dije.

-Vamos María, me tienes acostumbrado a otra clase de respuestas más creativas por tu parte. No me decepciones esta vez.

Maria oculto su sonrisa dando un sorbo al termo. Decidió confesarse un poquito. Se lame los labios chupando los restos de vino que se le quedaron en los labios.

- Mi café tiene un sabor más afrutado, digamos que con cuerpo -respondió, levantando el termo como si estuviera en una cata de vinos-. Perfecto para las noches tranquilas como esta.

Ambos rieron, disfrutando del juego de palabras y la complicidad que compartían. Era su manera de evitar decir directamente lo que ambos sabían que estaban tomando. Rafael, con su cerveza escondida en el termo, y María, con su vino disfrazado de café, mantenían su juego en marcha.

-Así que si te portas mal, eh. - Rafael la ve con intensidad y diversión - Si estuviera en mi papel de Coach a cargo, esto lo tomaría como una infracción grave y terminarían expulsados de las competencias definitivamente Leo y Nico. Y me encargaría de boletinarte en las escuelas de la zona como "La mamita que se porta mal".

-¿A caso eso es una amenaza, entrenador? - María lo ve con sonrisa traviesa, tomando un sorbo a su termo. Rafael se toma su tiempo para responder. Se recuesta cómodamente sobre su silla y expulsa el aire de sus pulmones en un gesto relajado.

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