Una visita inesperada
El día siguiente todo sale a pedir de boca con los primeros servicios para Armando. Mi equipo se aplica tal cual me lo prometieron y todo marcha sin contratiempos. Eso me da mucha tranquilidad y lo festejo con mis hijos llevándolos a comer a un Mc Donalds, ahí nos quedamos toda la tarde, ellos en el área de juegos y yo gestionando todo el trabajo por el celular.
Al día siguiente, me maca temprano Marce, para pedirme de favor que pase por Andrés y lo lleve al entrenamiento, ya que ella se encuentra en Tulum, arreglando un asunto muy urgente con unos condominios y le será imposible llegar antes de la hora del entrenamiento. Como tengo llave de su casa, después de pasar por ellos al colegio, nos encaminamos a la casa de Marce para pasar por las cosas de Andrés y ahí comemos. Después nos vamos al gimnasio y comenzamos nuestra rutina. Como siempre, Juan Carlos llega muy mono a saludarme de besito en la mejilla y comenzamos con las instrucciones. Sabe perfectamente que Marce no llegará.
- ¿Te avisó Marce que no venía? - Le pregunto, sabiendo la respuesta de antemano
- Si, me aviso en la mañana. Espero que no se le compliquen las cosas más de la cuenta - Su gesto es de preocupación genuina.
- ¿En serio te gusta mi amiga, verdad?
- Si. Mucho - Este hombre me gusta para Marce. No sé porque, pero me da mucha seguridad y confianza estar cerca de él. Es como esa protección que sientes con un hermano mayor. En mi caso, como un primo mayor, ya que de mis hermanos y yo, me toco ser la primera.
- Te creo. Solo te pido que la cuides.... Así como la vez de fuerte, también es muy sensible.
- Es lo que estoy conociendo y me encanta.
- Muy bien, grandote. Pues ahora a torturarme - Le digo con una sonrisa de complicidad.
Comenzamos con la rutina. Y como estoy sola y no tengo con quien comadrear, me pongo mis audífonos y con una playlist de Audioslave llenando mis oídos encuentro el punch para darle caña a los ejercicios. No paro, brinco, me agacho, me tiro al piso en lagartijas y luego plancha. Siento como mi playera cada vez se moja más por el sudor. Estoy tan concentrada que no reparo en la mirada intensa de Rafael al otro lado de la alberca, que ve cada movimiento que realizo y por supuesto, no se le escapa el detalle que estoy, literalmente, empapada en sudor y con el cabello revuelto. Tan concentrada estoy en lo que hago, que no reparo en la persona que entra al gimnasio hasta que se hinca a mi lado.
- Hola chaparra - Me saluda Dante con esa sonrisa de oreja a oreja que lo caracteriza.
- ¡Hola! ... Pero ¿Qué haces aquí? - Me incorporo y lo saludo con un abrazo. Valiéndome que lo embarre de sudor.
- Acabo de llagar a playa y vi la hora, supe que estarían aquí.
Rafael se queda muy serio, viendo como nos abrazamos Dante y yo. La verdad es que tenemos una amistad muy bonita y siempre nos saludamos así. Ya no con fines románticos, eso quedó en el pasado, ahora es como dos grandes y muy buenos amigos.
- ¿Ya te vieron los niños?
- Aun no y no quise acercarme para no distraerlos.
Demasiado tarde. El primero que lo ubica es Leonardo y comienza a gritar desde la orilla de la alberca
- ¡Papá! ¡Papá! ¡Nico, llego mi papá!
- ¡Papiii! - Grita Nicolás
Ambos salen disparados del agua, corriendo en dirección a su papá. Nosotros nos acercamos a ellos y se le lanzan a abrazarlo. Le empapan la ropa, pero a Dante no le importa, les corresponde en abrazos a sus hijos y no para de besarlos. Los entrenadores dan un receso de 15 minutos para darles tiempo a que se incorporen de nuevo.
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Más Allá del Juego
RomanceMás allá del juego ¿Quién dijo que el divorcio es el fin del mundo? María, una empresaria de 37 años con dos hijos, te demostrará que es solo el comienzo de una montaña rusa de risas, sarcasmo y segundas oportunidades. Acompáñala mientras malabarist...