La reunión con el director
EL lunes llegamos a la entrada del colegio a las 6:50. Por fin llegamos a una hora decente sin correr para alcanzar a entrar sin riesgo a que nos cierren la puerta en las narices. Me despido de mis hijos con muchos besos y abrazos, como si no nos fuéramos a ver en una semana y después se encaminan a su respectiva salita. Espero a que Marce haga lo propio con el pequeño Andrés y nos encaminamos hacia el estacionamiento.
- Falta una hora para la reunión con el director - Reviso la hora en mi celular.
- Vamos por un café a la cafetería que está aquí cerca
- Ok
Nos subimos a su coche y salimos del estacionamiento, no sin antes, encontrarnos de frente a esa camioneta que tanto aborrezco últimamente. La cara me cambia al instante y mi amiga se divierte, puesto que se ha dado cuenta de la razón.
- ¿No le vas a mandar un besito? - Me pregunta Marcela con ese tono de burla
- Es más fácil que le pinte dedo al estúpido ese. - Se ríe la muy imbécil de mi desgracia - No puede ser que me lo encuentre diario ... ¿Puedes creerlo? DIARIO. Si no es a la salida, ahora también es en la entrada.
- Por cierto, ¿Te han dicho algo de la fecha de entrega de tu carro?
- Lo mismo de los últimos días: En quince días está listo. Esos quince días se recorren con cada día que pregunto. Estoy harta.
- Ya Nena, relájate. Vamos por tu cafecito para que se te mejore la mañana
Llegamos a la cafetería y pedimos nuestros respectivos cafés, el mío con leche, como siempre. Estamos a la espera de que nos entreguen nuestro pedido y siento la mirada de alguien en mí, cuando alzo la vista me doy cuenta que dos hombres maduritos que se encuentran sentados en una mesa cercana nos están viendo. La verdad, están muy agradables a la vista. Le calculo que estarán entre los 45 y 50 años máximo y esas canitas que pintan sus cabelleras abundantes y bien peinadas, les sientan bastante bien.
- ¿Ya te diste cuenta que esos dos no dejan de comerte con los ojos? - Me dice mi amiga. Al parecer ella también se dio cuenta de la mirada de los caballeros.
- Si. Como que de repente sentí que ya no tenía puestos los calzones y no sabía porque.
- Y como no, si hoy te luciste amiga. Por cierto, ¿A que se debe que viniste vestida muy perris? Si, por lo regular, a esta hora siempre llegas con vaqueros o pantalones de yoga y con tus inseparables tenis. ¿Será a caso que quieres conseguir una beca al 100%? - Me ve de arriba a bajo, pero su mirada y sonrisa es de aprobación y termina guiñándome un ojo. Sera imbécil.
Tiene razón en que hoy cambie mi atuendo regular mañanero, por un Palazzo short, color blanco con estampado de flores, que no me queda embarrado al cuerpo, pero si se ajusta a mis ligeras curvas, que he de aceptar, que el entrenamiento que hemos llevado las ultimas semanas han tenido un efecto muy positivo, sobre todo en las piernas al tornarlas bonito y en las nalgas, a subirlas y ponerlas duritas. Además de que los tenis, los cambie por un par de sandalias de tacón cuadrado grueso y algo de plataforma. Y mi cabello lo medio acomode en un recogido despeinado en donde varios mechones de mis rizos caen sin ningún orden. Mi maquillaje, como siempre, casi nulo, lo único que remarco son mis ojos con la línea del delineador, algo de rímel en mis pestañas, ya de por si largas, y un poco de gloss en los labios. Nada más. La verdad es que, me gustó mucho el resultado. Digamos que me veo fresca.
- No tonta. Acuérdate que tengo el desayuno con el dueño de los condominios, para negociar los precios finales de los servicios que le voy a hacer durante los próximos 3 meses.
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Más Allá del Juego
RomanceMás allá del juego ¿Quién dijo que el divorcio es el fin del mundo? María, una empresaria de 37 años con dos hijos, te demostrará que es solo el comienzo de una montaña rusa de risas, sarcasmo y segundas oportunidades. Acompáñala mientras malabarist...