CARLOS - Capítulo 101

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— Emilia lo necesito por favor — gemí suplicante.

— Esta es tu tortura amor, me traicionaste.

— Lo hice solo por amor mi hermosa Emilia.

— Creo que te olvidas de mencionar los celos también — se movió un centímetro contra mí.

— Mierda — gemí bajo — continua mi amor.

Mi esposa estaba a horcajadas sobre mí, implicando la más sexy y deliciosa tortura, impedirme llegar al orgasmo.

Desde que la recogí en el club me hizo ojitos de sexo, no dejaba de verme o tocarme lascivamente, de camino al hotel en el auto me dijo que quería hacer realidad una de sus fantasías, cuando llegamos a la habitación me sedujo con sus besos y toques apasionados, me pidió desvestirme y tumbarme en la cama, después de esto me amarró las manos y pies con mascadas de seda.

Su fantasía era igual a la mía, apenas vi que en su habitación había una cama con dosel, no pude quitarme la imagen de ella completamente abierta y a mi merced, aunque en la realidad, era yo quien estaba acostado y a su merced.

Mi esposa fue aún más seductora de lo que ya era, hizo un sexy baile en el que se desnudó capa por capa, yo estaba completamente duro y listo, luego gateó por la cama demasiado sensual e irreal, ronroneando palabras sucias.

Me besó salvajemente, su toque quemaba mi piel de la manera más maravillosa y excitante, se puso a horcajadas y me montó jodidamente increíble, hasta dejarme al borde del orgasmo, donde comenzó a mencionar mi traición hacia ella con lo que le había dicho a Lucian.

— Continuaré cuando me digas por qué lo hiciste — se agachó para chupar mi cuello, haciendo que sus paredes internas presionaran aún más mi pene.

— Solo lo hice para cuidarte — jadeé, apreté aún más la seda que me impedía mover las manos — no quiero que nada malo te pase amor, tus impulsos a veces no son buenos.

— Así que vuelves a llamarme impulsiva — bajó de mi cuello a mi pecho dejando un camino de besos — ya hablaremos sobre eso más tarde — mordió mi pezón haciéndome sisear, estaba tan extasiado con sus técnicas de tortura-placer, me tenía completamente borracho, la mente me daba vueltas mi sangre se sentía condenadamente caliente, quería venirme en ella, solo necesitaba que girara sus caderas un poco más y podría estallar, pero claramente mi hermosa esposa quería prolongar su castigo un poco más — Ahora dime soleggiato, ¿Por qué le dijiste que estábamos casados y no me lo informaste?

Se enderezó por completo, eso me hizo gemir profundo, ella puso sus manos sobre mi pecho y comenzó a girar sus caderas con un ritmo tortuosamente lento.

— ¡Oh sí mi amor! — jadeé — te necesito, por favor continua.

— Así que me necesitas, mi chismoso y traidor esposo quiere que lo haga venir.

— ¡Sí por favor! — Rogué.

Detuvo un momento su contoneo y dejé escapar un suspiro de frustración.

— Dime lo que quiero saber y te daré lo que quieres — declaró la diablilla.

— Okey estaba celoso, ¿Feliz? Ahora hazme venir por favor.

— ¿Por qué estabas celoso? — retomó sus movimientos lentos.

— No lo sé Emilia, me molesta cualquier hombre que esté cerca de ti, además quería dejarle claro a Lucian que no estás sola, creo que eso salió bien — ella comenzó a subir el ritmo arrancándome un gemido.

— ¿Qué significa "salió bien"?

Trataba de concentrarme en responder lo mejor que podía, pero mi mente estaba al borde de la locura en este momento, la visión de mi esposa cabalgándome era magnifica.

DESENFRENADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora