Cap. 17

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El encuentro con la familia de Jughead fue mejor de lo que Betty pensó. Compartieron un rico pastel de chocolate preparado por Gladys mientras establecían conversaciones e iban rompiendo el hielo.

—¿Entonces cómo no coincidieron antes si van a la misma universidad y en el mismo año?— Preguntó Fp con interés.

—Es que teníamos profesores distintos y las veces que coincidimos no nos vimos frente a frente— Explicó Betty. —Pero ahora trabajamos juntos—

—En el periódico estudiantil y ahora con las tareas en parejas— Dijo Jughead.

—Excelente— Contestó Gladys, contenta. —Si los eligieron para una tarea tan importante es porque son muy buenos estudiantes—

—No lo creo— Negó Jughead, mirando entonces a Betty. —Ella sí es brillante. Es el verdadero cerebro en todo—

Betty sonrió, levemente sonrojada y al parecer los únicos que no se daban cuenta de toda esa química y conexión que se tenían entre ellos, eran ellos mismos.

—Tu tienes buenas habilidades con la redacción y el diseño también Jughead— Admitió Betty.

Jughead sonrió y tomó aire, poniéndose de pie. —Bien... Betty tenemos que trabajar. Debo regresarte a tu casa temprano—

—Tienes razón— Aceptó Betty, poniéndose de pie también y mirando a los Jones. —Muchas gracias por el pastel, estaba delicioso—

—Gracias a ti linda— Contestó Gladys, encantada.

—Si necesitan ayuda o algo estamos aquí— Avisó Fp. —Pueden contar con nosotros—

—Betty cuando termines quiero mostrarte unos dibujos— Pidió JB.

—Está bien, los veré— Aceptó Betty, feliz.

Jughead guió a Betty por las escaleras, cargó su mochila y luego ambos llegaron a un pasillo en el que estaba la puerta del cuarto del chico.

—Bienvenida a mi cueva, Betty— Dijo Jughead, abriendo la puerta de su habitación.

Era una habitación muy espaciosa, pero se veía aún mas espaciosa con ese estilo minimalista y con colores no muy llamativos y elegantes.

—Me gusta— Admitió Betty, adentrándose a la habitación.

—Podemos estudiar en la cama, en el piso, en una mesa que tengo para estudiar o donde te sientas más cómoda— Ofreció el pelinegro.

Betty miró toda la habitación un segundo y luego miró a Jughead. —El piso—

Jughead asintió. —Pues en el piso será—

Ambos chicos se sentaron en el piso, Jughead tomó el libro de Romeo y Julieta y con ésto y la conexión a internet, empezaron a trabajar.

—Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!... Porque esta noche apareces tan esplendorosa sobre mi cabeza como un alado mensajero celeste ante los ojos extáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y navega en el seno del aire— Leyó Jughead el libro.

—Dejame ver— Pidió Betty, tomando el libro que Jughead tenía en mano. —Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehusa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto—

Jughead soltó una risa. —Es que es una locura. ¿Dos jóvenes que prefieren suicidarse antes de estar separados? Qué loco—

Betty se encogió de hombros. -Se amaban mucho- Lo miró. —Tu... ¿No crees en el amor?—

•SÓLO POR TÍ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora