Danielle conducía hacia su casa con la determinación clara de cumplir con lo que Luca le había pedido. Su mente estaba enfocada en una sola cosa: bañarse, cambiarse de ropa, y regresar al hospital para demostrarle a Luca que estaba comprometida, que no tenía nada que ver con el estado crítico de Stefania. Algo dentro de ella le decía que debía estar cerca de los Spampinato, allí en ese hospital, hasta que las cosas mejoraran. Sin embargo, no estaba preparada para lo que la esperaba en casa.
Cuando llegó, Danielle notó que todas las luces estaban encendidas, lo cual no era normal. Frunció el ceño, sintiendo una creciente incomodidad mientras se acercaba a la puerta. Al abrirla, el olor a whisky invadió sus sentidos, y su estómago se encogió al reconocer la señal de alerta. No había ni siquiera cerrado la puerta cuando escuchó la voz áspera y cargada de enojo de su padre.
—¿Dónde demonios has estado, Danielle? —La voz de Richard Savre resonó en la sala de estar, llena de furia contenida.
Danielle entró con cautela, cerrando la puerta detrás de ella. Allí estaba su padre, de pie en el centro de la sala, con un vaso de whisky en la mano y la mirada fija en ella. El enojo irradiaba de él como una ola, y Danielle sintió una punzada de miedo.
—He estado en el hospital, papá —respondió Danielle, tratando de mantener la calma—. Estaba...
—¡En el hospital! —gritó Richard, interrumpiéndola bruscamente—. ¿Con esa maldita italiana? ¡No has estado entrenando, ni yendo a las pistas desde que pasó ese estúpido accidente!
Danielle se tensó al escuchar la palabra "accidente". No sabía que su padre estaba detrás de todo, pero algo en su tono le hizo sentir que había más de lo que él dejaba ver.
—Stefania está en estado crítico, papá. No puedo simplemente ignorar eso —intentó explicar, pero Richard no estaba dispuesto a escuchar.
—¡Es una simple rival, Danielle! —escupió Richard, su voz cargada de desprecio—. No es más que una extranjera que no debería importarte en absoluto. ¡Deberías estar entrenando, preparándote para la próxima carrera, no perdiendo el tiempo con alguien que ni siquiera es parte de nuestra familia!
El enojo de Richard era palpable, y Danielle lo sintió como un golpe en el pecho. No podía entender por qué su padre estaba tan furioso por algo que, para ella, era tan importante. Cuando Richard la vio aún vestida con su ropa de competición, su furia alcanzó un nuevo nivel.
—¡Mira cómo vienes vestida! —rugió, lanzando el vaso de whisky contra la pared, haciendo que se rompiera en mil pedazos—. ¡Ni siquiera puedes cambiarte de ropa antes de aparecer aquí, como si esta casa fuera un maldito taller de autos!
Danielle apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Richard, en un arrebato de ira, tomara un jarrón de cerámica de la mesa y lo lanzara hacia ella. El jarrón voló por el aire y se estrelló contra el lado izquierdo de su rostro. El dolor fue instantáneo, un agudo golpe que la hizo tambalearse hacia atrás. Sintió la piel romperse, y la cálida sensación de la sangre comenzó a correr por su mejilla.
—¡Papá! —exclamó Danielle, llevándose la mano al rostro, intentando detener el sangrado, pero Richard no pareció darse cuenta del daño que había causado.
—No me importa lo que hagas con esa mujer, pero si no vuelves a entrenar, Danielle, te juro que me aseguraré de que nunca vuelvas a correr. ¡¿Entendido?! —Richard la miró con una frialdad que la hizo estremecerse, antes de salir de la casa, dejando la puerta abierta de par en par.
Danielle se quedó allí, con la sangre goteando por su rostro, sintiéndose traicionada, herida, y furiosa al mismo tiempo. No podía creer lo que acababa de suceder. Sabía que su padre tenía un temperamento difícil, pero nunca había esperado algo así.
Sintiéndose abrumada, corrió al baño, casi tropezando por la prisa. Se miró en el espejo, viendo la herida en su mejilla, abierta y sangrante. Sin perder tiempo, se despojó de su ropa de competición, se metió bajo la ducha y dejó que el agua caliente lavara no solo la sangre, sino también las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos. No tenía tiempo para lamentarse. Sabía que debía regresar al hospital, pero ahora, más que nunca, necesitaba estar allí.
Después de un baño rápido, se vistió con la primera ropa limpia que encontró, apretando una toalla contra su mejilla para detener el sangrado mientras corría hacia su auto. Su mente estaba en caos, con pensamientos de Stefania, de Luca, y del daño que su propio padre le había causado.
Cuando llegó al hospital, apenas pudo estacionar antes de que la puerta del auto se abriera de golpe. Salió apresurada, la toalla aún presionada contra su rostro. No esperaba encontrarse con Luca justo afuera del hospital, fumando un cigarro.
—¡Danielle! —exclamó Luca, sorprendido al verla en ese estado. Su cigarro cayó al suelo mientras corría hacia ella—. ¿Qué demonios te ha pasado?
Danielle intentó sonreír, pero el dolor en su rostro la hizo estremecerse. —Mi... Mi papá. Se enfureció, y... No importa ahora. Tengo que ver a Stefania, Luca. Pero necesito ayuda... No puedo detener el sangrado.
Luca la miró con incredulidad, sin saber cómo reaccionar. Estaba enojado y preocupado al mismo tiempo. —Danielle, estás loca si piensas que voy a dejarte entrar a ver a Stefania en este estado. Vamos, entremos, necesitas que te vea un médico.
Danielle asintió, permitiendo que Luca la guiara hacia el interior del hospital. Sabía que debía centrarse en su recuperación física, pero su mente seguía enfocada en Stefania. No importaba lo que su padre pensara, o el dolor en su rostro, todo lo que importaba era asegurarse de que Stefania estuviera bien.
Mientras caminaban hacia la sala de urgencias, Luca le lanzó una última mirada preocupada. —Ella tiene razón, eres testaruda y no escuchas a las personas. Deberías haber llamado antes de venir aquí en este estado.
Danielle no respondió, simplemente lo miró con ojos llenos de determinación. Sabía que era testaruda, pero también sabía que no iba a dejar que nada la detuviera, ni siquiera su propio padre. Por encima de todo, estaba decidida a estar allí para Stefania, pase lo que pase.
les dejo un capitullo por aqui .....
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Rivalidad -
FanficEn el mundo de las carreras, dos mujeres se enfrentan en una batalla que va más allá de la pista. Stefania Spampinato, una prometedora corredora italiana, llega a Los Ángeles con la misión de vencer a Danielle Savre, la campeona local. Mientras sus...