Isabella estaba sentada en la sala de espera del hospital, su mente en un caos absoluto. La noticia sobre Danielle había puesto a prueba sus emociones, y sin embargo, había algo más que no podía seguir ocultando. No podía esperar más, necesitaba compartirlo, aunque el momento no era el adecuado. Luca estaba a su lado, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y furia contenida. La tensión entre ellos era palpable, y el peso de lo que Isabella estaba a punto de decir se sentía aún mayor.
—Luca, hay algo que necesito decirte —comenzó Isabella, con la voz temblorosa—. No es el momento ideal, pero no puedo seguir ocultándolo. Necesitas saberlo... Nos incumbe a los dos.
Luca la miró fijamente, sus ojos llenos de expectación y ansiedad. El silencio se hizo denso entre ellos.
—¿Qué pasa, Isabella? ¿Estás bien? —preguntó Luca, intentando mantener la calma, pero su voz traicionaba la creciente inquietud que sentía.
Isabella se llevó una mano al vientre, como si estuviera buscando el valor para seguir hablando. Su rostro estaba enrojecido por la combinación de estrés y vergüenza.
—Sé que fuimos solo eso... tu secretaria, tu asistente... y que trabajábamos juntos en tu empresa. Que hubo algunas noches... unas copas de más, risas, y coqueteos que se convirtieron en algo más —dijo, con la voz quebrada—. Sé que cruzamos una línea. Pero, Luca... estoy embarazada.
El suspiro que escapó de Isabella fue profundo, como si estuviera liberando un peso insoportable.
—Estoy esperando un bebé... a tu hijo o hija.
El rostro de Luca se quedó en blanco por un momento, sus ojos fijos en ella mientras sus palabras comenzaban a calar hondo. No estaba preparado para esto. La noticia le golpeó como un rayo, y sus pensamientos se nublaron por completo. Miró al suelo, como si buscara respuestas entre las baldosas frías del hospital, pero no encontraba nada.
—Isabella, yo... —comenzó, pero no encontraba las palabras adecuadas—. No sabía... No tenía idea.
—Lo sé —interrumpió Isabella, levantando la mirada para encontrar sus ojos—. No quiero que sientas que tienes que atarte a esto. No es mi intención. Yo voy a ser madre soltera. Tú te viniste a Los Ángeles sin avisar a nadie, me enteré semanas después, y no podía comunicarme contigo. Fue mi hermana Danielle quien me contó que estabas aquí. Quería decírtelo ahora porque necesito que sepas que esta situación es real y no tengo a nadie más que a mi hermana y a ti a quien recurrir en este momento.
La confesión de Isabella le dejó un nudo en el estómago a Luca. Aunque la noticia de su embarazo era abrumadora, las palabras de Isabella sobre estar sola en todo esto también lo fueron. A medida que ella hablaba, Luca se daba cuenta de que no solo estaba enfrentando una situación inesperada, sino que también debía lidiar con la incertidumbre de lo que le había sucedido a su hermana y cómo las piezas de su vida estaban desmoronándose.
Luca tragó saliva, mirando fijamente a Isabella, antes de hablar con una voz más baja y cargada de emoción.
—No sé qué decir, Isabella —admitió, con la voz temblorosa—. Esto es mucho para procesar. Yo... nunca pensé que esto podría pasar. Pero te prometo que no te dejaré sola en esto. No sé si puedo hacer mucho ahora mismo, pero haré todo lo posible. Esto es... un shock para los dos, pero no estás sola.
Isabella asintió lentamente, sintiendo un alivio momentáneo al escuchar sus palabras, aunque sabía que la situación seguía siendo complicada.
—Gracias, Luca —dijo ella, con lágrimas en los ojos—. La primera persona a la que le confesé que estaba esperando un hijo fue a Stefania. Quería que ella supiera lo que estaba en juego, que luchara por volver, porque tú y yo, como adultos responsables, tenemos que enfrentar nuestras responsabilidades. No quiero que esto se convierta en un obstáculo más entre nosotros, pero quiero que seas consciente de lo que está pasando, por ella, por mí... por el bebé.
Luca respiró hondo, comprendiendo la magnitud de lo que acababa de decir. Sus dedos se apretaron alrededor de la mano de Isabella con ternura, como un gesto de apoyo silencioso, y su expresión se suavizó, aunque la confusión seguía siendo evidente en su rostro.
—Voy a estar aquí para ti, Isabella —dijo Luca con firmeza, sin apartar la mirada de ella—. No sé cómo vamos a manejar todo esto, ni qué nos depara el futuro, pero enfrentaremos esto juntos. Y sobre Stefania... haré lo que sea necesario para apoyarla y proteger a nuestra familia.
Isabella no pudo evitar que una lágrima recorriera su mejilla. Sus palabras, aunque cargadas de incertidumbre, le dieron un respiro. Había temido que Luca no quisiera estar involucrado, pero sus palabras demostraron lo contrario.
—Gracias, Luca. Te lo agradezco mucho —dijo con voz entrecortada—. No sé cómo hacer frente a todo esto, pero... si estás conmigo, eso ya es un gran paso. Ahora, tengo que pensar en lo que es mejor para el bebé, para mi hermana, para todos.
Justo en ese momento, Carla se acercó a ellos. Había notado el cambio en la atmósfera y comprendió rápidamente que algo importante había sucedido entre ellos. Sus ojos reflejaban preocupación, pero también una comprensión profunda.
—¿Todo bien? —preguntó Carla, su voz suave pero cargada de inquietud, mirando a ambos con atención.
Isabella sonrió de manera débil, aunque su expresión seguía siendo seria.
—Sí, Carla —respondió Isabella, secándose las lágrimas—. Luca y yo acabamos de aclarar algunas cosas. Ahora tenemos que centrarnos en lo que realmente importa: ayudar a Danielle y a Stefania a salir adelante.
Carla asintió, sabiendo que las palabras no podían cubrir todo lo que sucedía en ese momento, pero también entendiendo la gravedad de la situación.
—Entonces, hagamos lo que podamos —dijo Carla, mirando a ambos con firmeza—. Hay mucho en juego, y necesitamos mantenernos fuertes. Por ellos, por nosotros.
Luca, Isabella y Carla se miraron en silencio por unos segundos, compartiendo una conexión en ese momento de incertidumbre. Sabían que había muchas preguntas sin respuestas y que el futuro estaba lleno de desafíos, pero una cosa era clara: iban a estar allí el uno para el otro, sin importar lo que sucediera.
Luca tomó un respiro profundo y luego asintió.
—Vamos a hacer todo lo posible —dijo con determinación—. Lo haremos por Danielle, por Stefania... y por este bebé.
Isabella asintió, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, la tormenta interna que la consumía comenzaba a calmarse, aunque sabía que aún quedaba mucho por enfrentar.
Y mientras la luz fría del hospital iluminaba la sala, los tres compartieron un último vistazo lleno de comprensión silenciosa. Sabían que las sombras de lo que había sucedido no se desvanecerían de inmediato, pero, al menos por ese momento, tenían un propósito claro: enfrentarlo juntos.
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Rivalidad -
Fiksi PenggemarEn el mundo de las carreras, dos mujeres se enfrentan en una batalla que va más allá de la pista. Stefania Spampinato, una prometedora corredora italiana, llega a Los Ángeles con la misión de vencer a Danielle Savre, la campeona local. Mientras sus...