Los rumores sobre la piloto herida seguían propagándose por el hospital como un fuego incontrolable. Enfermeras y médicos cuchicheaban en los pasillos, y los pacientes más curiosos inclinaban la cabeza para captar cualquier detalle.
—Dicen que es una piloto de automovilismo muy famosa... —susurró una joven enfermera a su compañera—. ¡Una mujer! Parece que llegó en condiciones críticas.
En la habitación donde Stefania se estaba recuperando, la atmósfera era pesada. Luca, Carla e Isabella estaban atentos a cada pequeño gesto que Stefania hacía. Aún no podían creer que, después de más de un mes y medio, finalmente hubiera despertado. Pero no había tiempo para la tranquilidad; algo oscuro y peligroso se cernía sobre ellos.
Una enfermera entró con prisa para cambiar los vendajes de Stefania, y Luca notó que su rostro estaba tenso, como si estuviera guardando algo.
—¿Qué está pasando ahí afuera? —preguntó Luca con voz firme, notando la incomodidad en la enfermera.
La mujer hizo una pausa, dudando, pero la insistencia en la mirada de Luca la hizo hablar.
—Parece que trajeron a otra piloto... herida —respondió, casi en un murmullo.
La habitación se sumió en un silencio sepulcral. Isabella sintió un golpe de pánico en el pecho, y su rostro se descompuso. Sus ojos se llenaron de miedo y, sin poder contenerse, se levantó bruscamente.
—¿Herida? —balbuceó con un temblor en la voz—. ¿Quién...? ¿Sabes quién es?
La enfermera negó con la cabeza y se apresuró a salir, pero el daño ya estaba hecho. La noticia había encendido una chispa de pánico. Isabella respiraba de manera entrecortada, luchando por contener las lágrimas.
—¡Danielle! —exclamó Carla, poniéndose de pie, sus manos temblorosas—. ¡Dijo que vendría después de entrenar, pero ya han pasado horas! ¡Algo le pasó!
Luca sintió que un nudo de ira y desesperación le subía por la garganta. Trató de mantener la compostura, pero el miedo por lo que podría estar ocurriendo con Danielle lo desgarraba por dentro. Se volvió hacia Isabella, quien estaba pálida y temblorosa.
—Esto es por culpa de Richard... —murmuró Isabella, apretando los puños. Los recuerdos de las veces que su padre había ejercido su control opresivo sobre Danielle la abrumaron. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas—. Siempre... la lastima, y yo no hice nada para detenerlo...
—Isabella, cálmate, por favor —dijo Carla, acercándose a ella y sosteniéndola. Sabía que el estrés podía ser perjudicial para ella, especialmente si sus sospechas sobre un posible embarazo eran ciertas—. Tienes que respirar...
Isabella se llevó las manos al pecho, luchando por controlar el temblor en su cuerpo. Luca, sin tener idea de lo que Carla sospechaba, también intentó calmarla. La abrazó, sin comprender la magnitud de la situación, ni el secreto que Isabella estaba tratando de proteger.
—Vamos a descubrir lo que está pasando —le aseguró Luca con voz temblorosa, aún tratando de mantener la calma—. Pero primero tenemos que protegernos y mantener a Stefania a salvo.
—No... —dijo Isabella, cerrando los ojos y dejando que las lágrimas cayeran—. Quiero... verla. Necesito asegurarme de que Danielle esté bien.
—Te lo prometo —le dijo Luca, sosteniéndola con más fuerza. Aunque su propia preocupación lo estaba destrozando, no podía dejar que Isabella se desmoronara.
Carla, viendo la situación, decidió salir rápidamente de la habitación para buscar información. En el pasillo, se encontró con su amiga enfermera, a quien ya había llamado previamente.
—¿Es Danielle Savre, verdad? —preguntó Carla, su voz quebrándose.
La enfermera asintió lentamente, sin atreverse a dar más detalles.
—La encontraron inconsciente en la entrada del hospital... Parece que estaba muy débil, como si hubiera sufrido mucho.
Carla cerró los ojos con fuerza, asimilando la noticia. Al regresar a la habitación, trató de suavizar el golpe, aunque sabía que no había una forma fácil de hacerlo.
—Sí, es Danielle... —dijo con la voz apenas audible—. Está aquí en el hospital, pero... la encontraron desmayada.
Isabella dejó escapar un grito ahogado, y su cuerpo se estremeció. Luca la sostuvo con más fuerza, pero ahora sus propios ojos se habían llenado de lágrimas. Las palabras se agolparon en su garganta: odio, preocupación, miedo... Y una rabia incontrolable hacia Richard, el hombre al que quería culpar por todo.
—Richard... —murmuró con los dientes apretados—. Ese desgraciado va a pagar por esto.
—Luca, calma... —insistió Carla, notando cómo Isabella empezaba a perder color. La situación se estaba saliendo de control, y había otro secreto que pesaba más en su mente.
Isabella, consciente de su condición, colocó una mano sobre su vientre de manera instintiva, sin darse cuenta de que Luca estaba observando.
—Isa, ¿estás bien? —preguntó Luca, con una preocupación más intensa.
Isabella asintió, pero sus ojos revelaban la verdad: la presión y el miedo estaban aplastando su corazón. Carla observó a Luca y a Isabella, sabiendo que el momento de la verdad se acercaba.
—Tenemos que verla... —susurró Isabella, más para sí misma que para los demás—. Danielle siempre ha sido fuerte, pero ahora... ahora somos su familia, y no la dejaremos sola.
Luca asintió. Aunque no entendía todo lo que estaba sucediendo, sentía la urgencia de proteger a las dos mujeres que amaba. Mientras avanzaban por los pasillos del hospital, el aire parecía cargado de una tensión indescriptible, como si la verdad estuviera a punto de ser revelada, junto con todos los secretos y promesas que aún no habían salido a la luz.
Y detrás de todo, en el corazón del hospital, Danielle luchaba por encontrar un rastro de luz en la oscuridad que la rodeaba, sin saber que la guerra no solo estaba afuera, sino también dentro de sí misma.
un poco de drama no viene mal no ?
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Rivalidad -
FanficEn el mundo de las carreras, dos mujeres se enfrentan en una batalla que va más allá de la pista. Stefania Spampinato, una prometedora corredora italiana, llega a Los Ángeles con la misión de vencer a Danielle Savre, la campeona local. Mientras sus...