Capítulo 67: Nuevos Comienzos

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Los días habían pasado lentamente, pero finalmente llegó el momento que tanto esperaban: el alta médica de Stefania. El sol brillaba con fuerza en el cielo de Los Ángeles, reflejando el estado de ánimo de Danielle mientras esperaba en la entrada del hospital. En sus manos, llevaba un pequeño ramo de flores frescas, un gesto coqueto para alegrar el día de su rival convertida en algo más.

Al ver salir a Stefania, su corazón se aceleró. La italiana lucía radiante a pesar de los días difíciles que había enfrentado. Cuando sus ojos se encontraron, una sonrisa se dibujó en el rostro de Danielle, quien levantó el ramo como si fuera un trofeo.

—¡Mira quién ha decidido volver al mundo real! —exclamó Danielle con un tono burlón pero cálido.

Stefania arqueó una ceja, divertida, mientras caminaba hacia ella.

—¿Esos son para mí? —preguntó, señalando las flores con curiosidad fingida—. ¿Quién te dijo que me encantan las flores? Y no solo eso, ¡estas son mis favoritas!

Danielle sonrió con un aire de misterio, moviendo las flores de un lado a otro.

—Tengo mis fuentes —respondió, inclinándose hacia Stefania con un brillo travieso en los ojos—. Pero digamos que son un pequeño presente por tu salida del hospital. Las mejores para la mejor.

Stefania tomó el ramo con delicadeza, fingiendo estudiarlo detenidamente.

—Hmm... No sé si creerte, pero... gracias, *bambina*. Aunque dudo que esto sea solo por mi alta médica. ¿Qué estás tramando?

Danielle rio, pero antes de responder, una voz familiar las interrumpió.

—¿Qué está pasando aquí? —Luca, el hermano de Stefania, apareció de la nada con los brazos cruzados y una expresión de incredulidad—. ¿Desde cuándo se regalan flores las rivales?

Stefania y Danielle intercambiaron una mirada cómplice, intentando contener la risa.

—Es parte de mi estrategia para ganarle en la pista —bromeó Danielle, guiñándole un ojo a Stefania—. Tengo que asegurarme de que esté en su mejor forma.

Luca se llevó una mano al mentón, fingiendo pensarlo.

—¿Y qué sigue? ¿Champaña y chocolates? Esto se pone interesante —dijo, entrecerrando los ojos como si estuviera evaluándolas.

Stefania se giró hacia su hermano con una sonrisa maliciosa.

—No te preocupes, *fratellino*. Tú concéntrate en los negocios de la familia. Yo me encargo de esta "rivalidad" —respondió, remarcando la última palabra.

Danielle levantó las manos en señal de rendición.

—Tranquilo, Luca. Solo soy una amiga preocupada... bueno, *quizá* un poco competitiva —dijo, con un tono que provocó otra risa de Stefania.

***

Mientras se alejaban del hospital, Stefania miró a Danielle con curiosidad.

—¿Y ahora? ¿A dónde irás? —preguntó con suavidad, aunque en el fondo temía la respuesta.

Danielle miró hacia el cielo por un instante antes de responder.

—A mi hogar —dijo, su tono firme pero con un trasfondo de vulnerabilidad.

Stefania frunció el ceño al escuchar esas palabras. "Hogar" para Danielle significaba regresar al control de Richard Savre.

—Ten cuidado, *bella* —dijo Stefania, deteniéndose para mirarla directamente a los ojos—. No sé cómo se ha tomado todo esto. Si algo pasa, prométeme que seré la primera en saberlo.

Danielle asintió lentamente, sintiendo un calor extraño en el pecho ante la preocupación de Stefania.

—Lo prometo. Pero tú también cuídate. Me imagino que no quieres hacer enojar a Luca después de todo esto.

Stefania suspiró teatralmente.

—No me lo recuerdes. Ya tengo suficiente con sus sermones. Pero, ¿y tú? ¿Estás segura de que puedes manejar a tu padre? —preguntó, levantando una ceja.

Danielle sonrió con un dejo de tristeza.

—No lo sé, Stef. Pero... voy a intentarlo. Y gracias por preocuparte. Realmente significa mucho para mí.

Antes de que Stefania pudiera responder, el doctor que las había acompañado salió del hospital y se dirigió a ella.

—Señorita Spampinato, recuerde que debe tomarse las cosas con calma. Su cuerpo aún está en recuperación.

Stefania rodó los ojos, exasperada.

—¿Y cuánto tiempo más debo esperar? ¡No puedo quedarme de brazos cruzados!

Danielle intervino antes de que el doctor pudiera responder.

—Escucha al doctor, Stefania. No quiero que te esfuerces demasiado. Además, si necesitas ventaja en las carreras, puedes contar conmigo para dejarte ganar una vez.

Stefania la miró con incredulidad antes de soltar una carcajada.

—¿Tú dejarme ganar? No sé si eso es un cumplido o un insulto.

—Es estrategia, *bambina*. Estrategia pura —respondió Danielle, riendo.

Luca, que había escuchado parte de la conversación, se unió a ellas.

—¿Dejarte ganar? Esto se pone más raro cada segundo. ¿Qué sigue? ¿Danielle ayudándote a entrenar?

Stefania lo empujó suavemente.

—Ya basta, Luca. Y tú —miró a Danielle con una sonrisa desafiante—, no necesito tu ayuda para ganarte. Pero gracias por las flores... y por ser tan terca como yo.

Danielle inclinó la cabeza con una sonrisa sincera.

—De nada, Stefania. Aunque... no creo que seas tan terca como yo. ¿Te atreves a demostrarlo?

Stefania entrecerró los ojos, aceptando el reto implícito.

—Siempre. ¿Nos vemos en la pista, Savre?

Danielle rio, disfrutando del momento.

—Nos vemos en la pista, Spampinato.

Mientras se alejaban bajo el sol de Los Ángeles, ambas sabían que el futuro les deparaba nuevos desafíos, pero también la promesa de algo más profundo y significativo. 

Rivalidad -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora