Capítulo 57: Despertar en la Oscuridad
Danielle abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso del sueño profundo que había arrastrado sus pensamientos a la oscuridad. La luz tenue de la habitación del hospital se colaba a través de las cortinas, haciendo que le costara aún más ubicarse. Todo parecía borroso, desorientador. Trató de mover la cabeza, pero un dolor agudo le recorrió el cuerpo, obligándola a detenerse y cerrar los ojos de nuevo, tratando de controlar la respiración.
*¿Dónde estoy?* pensó, confundida. Lo último que recordaba era estar cerca del hospital, caminando hacia la entrada, pero luego... nada. Su mente estaba en blanco. ¿Cómo había llegado hasta allí?
Lentamente, intentó incorporarse, sintiendo la rigidez de sus músculos protestar. Miró a su alrededor: paredes blancas, monitores, una ventana por la que apenas se filtraba la luz del atardecer. El olor inconfundible del hospital impregnaba el aire, y el sonido rítmico del monitor cardíaco era lo único que rompía el silencio.
Danielle llevó una mano a su rostro, y el dolor se intensificó. Sintió el vendaje en su mejilla, el mismo lugar donde su padre la había golpeado. El recuerdo de esa última confrontación con Richard vino como una bofetada. *Él... me pegó otra vez...* pensó, sintiendo una mezcla de rabia y tristeza inundarla. No era la primera vez que sucedía, pero esta vez había sido peor. Esta vez se sentía completamente rota.
Los recuerdos se agolpaban, fragmentos de la discusión con su padre flotando en su mente: su mano levantándose contra ella, su voz llena de desprecio. "*Ahí tienes motivos para estar en el hospital con esa extranjera. Eres débil, Danielle.*"
—No soy débil... —murmuró para sí misma, su voz apenas un susurro, mientras apretaba los puños con frustración.
*¿Cómo pudo hacerme esto otra vez?* Su mente estaba nublada, pero poco a poco fue recordando lo que había pasado antes de su desmayo. La discusión, la furia desmedida de su padre... *¿Cómo había terminado aquí?*
Intentó mover las piernas para bajarse de la cama, pero un mareo repentino la detuvo. Su cuerpo no respondía del todo. Un sudor frío la cubrió mientras el pánico comenzaba a apoderarse de ella. ¿Qué tan grave era su estado? ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, y la enfermera Aida, la misma que la había encontrado en la entrada del hospital, entró con una expresión de preocupación en su rostro.
—Oh, estás despierta —dijo suavemente, acercándose a Danielle y revisando los monitores con diligencia.
Danielle intentó hablar, pero su voz salió débil.
—¿Cómo... cómo llegué aquí? —preguntó, su garganta seca y áspera.
Aida le dio un vaso de agua y la ayudó a beber un sorbo antes de responder.
—Te encontré afuera del hospital, inconsciente. Parece que sufriste un golpe en la cabeza. Estabas bastante mal cuando llegaste. ¿Recuerdas algo de lo que pasó?
Danielle asintió levemente, el dolor palpitante en su cabeza haciéndole más difícil concentrarse.
—Mi padre... —murmuró, cerrando los ojos mientras las lágrimas amenazaban con escapar—. Él me golpeó... no sé qué más pasó después.
Aida frunció el ceño, sus manos suavemente apartando los mechones de cabello de la frente de Danielle.
—Lo importante es que estás a salvo ahora, Danielle. Tu cuerpo necesitaba descanso, y por lo que veo, también tu mente. Has pasado por algo muy traumático. —La enfermera la miró con empatía, pero Danielle apenas podía procesar sus palabras.
Danielle miró el techo, tratando de calmarse, pero su mente no dejaba de darle vueltas a lo mismo: su padre, la furia en sus ojos, y sobre todo, el miedo que sintió. No solo por el dolor físico, sino por la sensación de que estaba completamente sola en esa lucha.
Pero no era cierto, ¿verdad? Pensó en Isabella, su hermana, que siempre había sido su refugio. Y luego, de manera inevitable, su mente vagó hacia Stefania. Hacía tanto tiempo que no la veía. *¿Estará bien?* ¿Sabía algo de lo que había pasado? ¿Acaso le importaba?
—¿Qué día es? —preguntó de repente, rompiendo el silencio de la habitación.
—Es martes —respondió Aida, sorprendida por la pregunta repentina—. ¿Por qué?
—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —Danielle se sintió mareada de nuevo, el vértigo amenazando con hacerla caer en el abismo de la inconsciencia otra vez.
—Apenas unas horas. Has estado inconsciente desde que te encontré. Tienes suerte de no haber sufrido una conmoción más grave.
Danielle cerró los ojos nuevamente, sintiendo una mezcla de alivio y desesperación. *Apenas unas horas...* Su mente seguía girando en torno a la misma preocupación: *Stefania.* Necesitaba verla, saber si estaba bien. La imagen de sus ojos oscuros y determinados no la abandonaba.
—Tengo que verla —susurró, casi para sí misma.
—¿A quién? —preguntó Aida, mirándola con confusión.
—A... Stefania —murmuró Danielle—. ¿Está bien? ¿Sabes algo de ella?
Aida pareció dudar un momento antes de responder.
—Sé que estuvo en coma por bastante tiempo... pero escuché que despertó hace poco. Está en una habitación cercana, recuperándose.
El corazón de Danielle dio un vuelco al escuchar esas palabras. Stefania estaba despierta. Después de semanas, meses de angustia, finalmente estaba consciente. Y ella no había estado allí para verlo.
—Necesito... verla —insistió Danielle, su voz más firme ahora, aunque su cuerpo seguía debilitado.
—No estás en condiciones de moverte todavía —dijo Aida con suavidad, pero firme—. Debes descansar un poco más antes de intentar cualquier cosa.
Danielle, a pesar de estar débil, sintió una urgencia interna crecer en su pecho. Sabía que necesitaba hablar con Stefania, aunque no supiera exactamente qué decirle. Quizás nada cambiaría entre ellas, pero algo en su corazón le decía que tenía que intentarlo, que no podía dejar que todo se quedara sin resolver.
Pero el cansancio era demasiado, y aunque luchaba por mantenerse despierta, la oscuridad comenzó a envolverla nuevamente. Cerró los ojos, prometiéndose que tan pronto pudiera, iría a ver a Stefania. Porque si había algo que la experiencia con su padre le había enseñado, era que no podía seguir ignorando lo que sentía.
Y lo que sentía por Stefania Spampinato ya no podía seguir escondiéndose más tiempo.
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Rivalidad -
FanficEn el mundo de las carreras, dos mujeres se enfrentan en una batalla que va más allá de la pista. Stefania Spampinato, una prometedora corredora italiana, llega a Los Ángeles con la misión de vencer a Danielle Savre, la campeona local. Mientras sus...