Capítulo 9- Lockwood

37 3 27
                                    

Cuando Liese entró en el despacho, la tensión en su rostro fue evidente, incluso antes de que hablara. La puerta se abrió con un golpe seco y su figura apareció enmarcada en el umbral. Sus ojos estaban cargados de incredulidad y frustración, y no tuve que esperar a que hablara para saber que algo no estaba bien.

—¿Qué diantres ha pasado? —su tono era agudo, casi cortante. Había estado fuera apenas tres horas, y yo sabía que ella no esperaba encontrar el despacho tan cambiado. La sorpresa en su rostro me hizo sentir una punzada de culpa, pero me obligué a mantenerme sereno.

Continué organizando los papeles en mi mesa, sin apartar la vista de mi tarea. Sabía que esta conversación iba a ser incómoda, pero la verdad es que había actuado de forma razonable. Liese había sugerido que necesitábamos apoyo adicional, y era justo lo que habíamos hecho.

—Pensé que estarías contenta —dije, intentando sonar lo más calmado posible—. Fuiste tú quien sugirió que contratáramos a alguien de apoyo en lugar de a un agente en toda regla.

La sorpresa de Liese se hizo aún más evidente. Sus cejas se alzaron en señal de incredulidad, y su frustración aumentó cuando me escuchó.

—¿Entonces ha sido idea mía contratar a esta chica? ¡Venga ya! —su voz se elevó, cargada de irritación—. No me dijiste nada sobre esta decisión y lo has hecho a sabiendas, porque sabias que no me lo tomaría bien. Sabía que esta mañana estabais actuando raro, pero pensé que todo era culpa del cansancio.

La verdad era que no le había mencionado nada porque no quería preocuparla innecesariamente. Mi plan había sido actuar con rapidez, y lo hice. Me encogí de hombros en un gesto que intentaba parecer despreocupado.

—Te dije que necesitábamos ayuda —repuse—. Te dije que encontraríamos a alguien.

Liese no estaba dispuesta a aceptar una explicación simple. Su frustración era palpable, y se lanzó a la ofensiva.

—Claro, y esperaste hasta que me fuera a buscar a Lucy para hacerlo —me reprendió—. ¡Solo he estado fuera tres horas!¡Tres malditas horas!

—¡De eso nada! Solo ha sido una coincidencia. Por supuesto que no planeé buscar a alguien mientras no estabas —dije, intentando mantener la calma—. Pensé que podríamos hacer algunas entrevistas y solo he tenido tiempo para pensar en esto porque hemos tenido unos días bastante liados. Casi no hemos hablado.

A pesar de mi intento de mantener una actitud relajada, sabía que mi explicación podía sonar forzada. A Liese no le importaba mucho mi justificación en ese momento. Ella parecía más preocupada por el hecho de que había tomado una decisión sin consultarla primero.

—Obviamente, esto es por ti, Liese. Así podremos estar más tiempo juntos —intenté suavizar la situación con un pequeño halago mientras acariciaba su brazo, pero sabía que no era el mejor momento para hacer bromas y fue palpable cuando ella me aparto.

Liese no pareció impresionada por mi intento de acercamiento. La ironía en su respuesta no pasó desapercibida.

—Ahórratelo —dijo con un tono áspero—. ¿Y salió de la nada?

Aquí la verdad era un poco más complicada. Lo que ocurrió no fue exactamente una coincidencia. Me había encontrado con unos agentes de Rotwell que me hablaron de Holly, y decidí que era una oportunidad que no podía dejar pasar.

—Bueno, es una historia graciosa. Ni siquiera tuve que poner un anuncio. Me encontré con un par de agentes de Rotwell y ellos me hablaron de Holly. La despidieron de la agencia la semana pasada. La llamé ayer y parecía encajar a la perfección, así que...

Secretos del UmbralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora