Capítulo 53-Anneliese

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El aire frío de la noche me envolvía, pero no era nada comparado con la sensación de acero que aprisionaba mi cuello. Las manos de Rotwell, ásperas y crueles, se aferraban a mí como garras. Mi respiración era entrecortada, apenas un susurro que se escapaba de entre mis labios. Estaba demasiado débil, demasiado agotada tras el viaje al otro lado. Apenas podía sostenerme en pie. Cada vez que intentaba moverme, un tirón más fuerte de sus manos me recordaba lo inútil que era luchar. Era una prisión viviente y mi propio cuerpo se sentía como un lastre, un peso muerto que ya no me pertenecía.

Tony estaba frente a mí, su estoque temblando en su mano. Lo conocía lo suficiente como para ver las señales: la forma en que sus ojos pasaban de Rotwell a mí, su mandíbula apretada, los nudillos blancos que sostenían con fuerza su arma. Estaba desesperado, furioso... y, peor aún, asustado. No lo diría en voz alta, claro, pero su miedo era palpable. El peso de cada segundo que pasaba sin poder acercarse a mí, sin poder hacer nada, lo destrozaba.

—Antes predije algo —dijo Steve Rotwell, su voz resonando con esa calma controlada que solo alguien profundamente perturbado podía mantener en una situación así—. ¿Recuerdas qué fue?

La mirada de Tony era un fuego contenido. Incluso en ese estado, pude ver cómo sus ojos no me perdían de vista ni por un segundo. Siempre protegiendo. Siempre buscando una salida. Era tan Tony... pero ahora estaba contra las cuerdas. No podía hacer nada sin arriesgarme. Y lo sabía.

—Sí, —respondió Tony, su voz baja, casi un gruñido—. Dijiste que te enfurecería.

Hubo una pausa, una tensión latente que cargaba el aire a nuestro alrededor. La madera en llamas del edificio cercano crepitaba, pero eso solo hacía que el silencio entre los dos fuera más pesado.

—¿Esto cuenta como enfurecerte? —continuó Tony, señalando el caos a nuestro alrededor, las llamas devorando el laboratorio de Rotwell, los gritos de los empleados desapareciendo en la distancia—. Si es así, enhorabuena. Tenías razón.

Un destello de rabia cruzó por los ojos de Rotwell, pero su sonrisa no vaciló. De repente, con una velocidad que no esperaba, dio un tirón y me arrastró hacia atrás. Un mareo me golpeó y tropecé, intentando mantenerme de pie mientras mi cuerpo luchaba por resistirse al movimiento. Pero no tenía fuerzas. Caí de rodillas, jadeando por el dolor, sintiendo como cada parte de mí se volvía más pesada, pero Rotwell me siguió apuntando.

—Eso no era todo. —La voz de Rotwell volvió a llenar el espacio con una amenaza maliciosa—. Prometí ocuparme de ti cuando ocurriera. Y créeme... lo haré.

Antes de que pudiera reaccionar, vi cómo levantaba una pierna y, con un golpe certero, le dio una patada a un trozo de madera en llamas. El pedazo voló por el aire hacia Tony, que se apartó con agilidad, esquivándolo justo a tiempo. La madera aterrizó con un estruendo, y una lluvia de chispas explotó alrededor, bañando la escena en un resplandor anaranjado. Mis ojos apenas pudieron seguir el movimiento.

—Años de trabajo —continuó Rotwell, arrastrando las palabras mientras sus dedos seguían clavándose en el estoque, tan fríos sobre el acero—. Años de concienzudo estudio... Y lo habéis arruinado todo en una sola noche.

Sentí una punzada de desesperación en mi pecho. Cada palabra que Rotwell decía era una trampa mortal que se cerraba más y más sobre Tony y sobre mí. La presión en mi cuello se hizo más intensa, y aunque intenté luchar, mi cuerpo me traicionaba. Apenas podía moverme. Las sombras danzaban a nuestro alrededor, mientras las llamas ardían cada vez más cerca, consumiendo los restos de lo que había sido el imperio de Rotwell.

—¡Se lo ha buscado usted solo! —gritó Tony, su voz cargada de una furia que apenas podía contener—. ¡Sus experimentos desataron los horrores de Aldbury Castle! ¡Es culpa suya que aparecieran tantos fantasmas! ¡Murieron decenas de personas! Y todo porque su hombre de la armadura estaba allí, paseándose por el más allá e invocando a los muertos.

Secretos del UmbralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora